A raíz de los diferentes
deslizamientos de tierra, ocurridos por las lluvias que arribaron a
Venezuela en los últimos años, muchas personas fueron llevadas a supuestos
refugios, que denominaron "temporales" y, en muchos casos, a hoteles para
darles abrigo hasta que la Misión Vivienda, pudiese ofrecerles a estas familias
un hogar definitivo.
Pero a muchos de ellos,
más de tres años después, siguen aún en estos refugios, y han desmejorado
de manera sorprendente su calidad de vida, amén de que en ese tiempo, han
llegado nuevos hijos y separaciones, producto de esta exagerada espera.
Tal son los casos más
evidentes, como la Torre El Chorro, en la avenida Universidad, o el edificio La
Nacional en Capitolio. En ambas edificaciones (diseñadas para oficinas y no
para viviendas) se observa el deterioro de la construcción, la suciedad que
bordea el entorno y, por comentario de sus propios ocupantes, el colapso de los
servicios de basura, cañerías, ascensores, entre otros, sin contar que en esos
espacios la privacidad es nula.
En el caso de la Torre El
Chorro, sus ocupantes lanzan por las ventanas sus excrementos, puesto que el
sistema de drenaje se encuentra completamente colapsado, llegando a la acera,
donde más de una vez le ha caído encima a algún peatón que circula por
allí.
Mis preguntas son las
siguientes: ¿en las entregas de viviendas, no está priorizado aquel damnificado
de esta situación antes de otras personas? ¿No se toma en cuenta la
antigüedad de espera de estas familias debido a su situación irregular?
Sé de muchas personas que
han obtenido su vivienda sin estar en refugios, por “palancas” administrativas,
pero siguen dejando a estas familias abandonadas a su suerte y sin fecha
posible de asignación de un espacio para vivir.
La Misión Vivienda ha dado
nuevos hogares a muchos, unos necesitados, otros recomendados y apoyados, si la
prioridad es ayudar, debemos empezar por el que más rápido lo necesita.
Manuela
Ortega
Lic. en Administración
manuelaortega26@hotmail.com
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