lunes, 3 de diciembre de 2012

El Paraíso


En estos días me preguntaba cómo lograr que los propietarios de algunos locales comerciales tomen conciencia del daño que ocasionan a las aceras, y en consecuencia a los usuarios de las mismas, en nuestra otrora hermosa urbanización El Paraíso.
Ejemplo de lo que digo está en la avenida 9 de Diciembre, que nace en la avenida Páez, atraviesa la avenida Las Fuentes y desemboca en la avenida San Martín.
Desde hace varios años, las viviendas familiares, construidas a cada lado de la avenida, cambiaron de uso familiar a uso comercial para el cual no habían sido diseñadas.
Quién o quiénes autorizaron el cambio de uso, vaya uno a saber. Lo que sabemos es que así comenzó la anarquía que hoy en día vivimos.
 Garajes de casas que fueron convertidos en talleres mecánicos, caucheras, ferreterías, quincallas, ventas de carros, la lista es larga y el daño inmenso. Los garajes se han ido extendiendo hasta alcanzar las aceras, que ahora forman parte del local. Y entonces vemos cómo, con total desparpajo como los clientes van estacionando sus carros encima de las aceras, sin que el dueño del local se atreva a indicarles que están mal parados.
El resultado de este incalificable abuso se debe interpretar como un menosprecio al peatón y una burla a las ordenanzas viales.
La impotencia que sienten los transeúntes cuando, a riesgo de su vida, tienen que invadir la calle para continuar su marcha, no se compara con la de quienes se desplazan en silla de ruedas, en muletas, empujando el cochecito de un bebé, o escolares deben pasar, de uno en uno, entre una hilera de carros mal estacionados.
Diariamente, funcionarios de Tránsito, Guardia Nacional, Milicia, Policía Nacional Bolivariana, etc., pasan por esa arteria vial. ¿Acaso no ven lo que sucede? Como ciudadana y habitante de esta urbanización, solicito a las autoridades, que de una buena vez, sancionen a los dueños de los locales comerciales que incurran en este delito y se les obligue a reparar las aceras en un tiempo perentorio, además de no permitir, bajo ningún concepto, el estacionamiento de vehículos, ni particulares ni de carga, en nuestras aceras.
Con esta medida, que debe ser de permanente vigilancia, los peatones recobraremos no solo el goce y disfrute de la caminata, también habremos recuperado la confianza en nuestras autoridades.
Mónica Álvarez
Editora de libros
Hab. de El Paraíso
mialvarez46@hotmail.com

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