“El terrorismo se nutre de la pobreza”. Nada más contundente que esa dura pero cierta frase, dicha por el papa Francisco en su arribo al continente africano, donde visitó algunos países de fe católica, incluidos Kenia y Uganda.
Su misión fue renovar la cristianidad en vastos sectores de ese continente. Ejemplariza la función de la Iglesia romana, en tiempos de racismo, odio y guerra entre grupos étnicos en muchos de los países del llamado continente negro.
Es admirable el sacrificio del Papa en lograr llevar un mensaje de hermandad y convivencia entre tantos avatares que padecen algunas naciones de la región como la alimentación, la educación y, peor aún, los ataques armados de grupos radicales que se dedican a sembrar el terror, sobre todo entre niños y mujeres, que son secuestrados y reclutados para formar parte de esos grupos rebeldes que los utilizan como carne de cañón para lograr sus nefastos intereses de poder.
La educación, el deporte y mejores condiciones para el trabajo son metas que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene en su haber para saldar la deuda moral que con esa parte del
mundo tienen los países desarrollados.
Demos un balón de fútbol a cada 10 niños africanos y no tendremos que recoger su cuerpo mutilado al lado de un fusil que jamás supo utilizar.
Ricardo Sadell
ricardosadell@gmail.com
lunes, 21 de diciembre de 2015
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