martes, 2 de febrero de 2016

“Sacón de silla”


Superarse y pretender algún día ostentar un alto cargo es algo normal, forma parte de las metas establecidas en los planes de vida. Lucharlo, pelearlo y defenderlo también es lógico, siempre y cuando se haga en buena lid y con ética profesional.

“Le sacó la silla”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase, una broma pesada de niños que nos hacía reír al ver a la víctima caer? En este contexto, sacar la silla hace referencia a una situación donde una persona de confianza se confabula para quedarse con un cargo, afecto o posición. Se diferencia de la traición porque el “sacón de silla” es “te quito a ti para quedarme yo”; una traición concierne los sentimientos.

Es una situación bastante común; anécdotas relacionadas a un “sacón de silla” no creo que falten en la vida de las personas. A mí me ha sucedido varias veces. Una de ellas me sucedió con mi amigo de la infancia Pedro José. En una oportunidad le dije: “Hermano, solo a usted le puedo encomendar esta misión. Voy a viajar por 30 días. Cuídeme a María (mi novia)”. Me respondió que dejara todo en sus manos. Al regresar, fui a visitarlo y me encontré con una reunión familiar: era la celebración del matrimonio civil entre Pedro José y María.

En la historia política venezolana, se presentó un sacón de silla bastante conocido. Cuando el presidente Cipriano Castro padeció de una fístula vesicocolónica, el vicepresidente y compadre Juan Vicente Gómez le recomendó salir del país. Castro se embarcó rumbo a Europa para curarse, antes abrazó a su compita, quien se quedó a cargo de la presidencia. Pero se encargó tanto que permaneció en el poder por 27 años. Por cierto, el mismo tiempo que llevan casados Pedro José y María.

Un cargo, posición u afecto son propensos a la envidia y deben ser cuidados si no se quiere perder. Así que ¡pila y mosca, camarita! ■

Rubén A. López
rubenalfredo69@gmail.com

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