La Universidad Santa María presta servicios precarios a los estudiantes, a pesar de ser una institución privada. La misión de crear y fomentar "el hombre del mañana" se ha ausentado de las mentes de los dueños, quienes ahora consideran que la educación es una máquina de hacer dinero.
Son incontables las fallas que presenta la universidad, basta con mencionar los problemas en la escuela de Comunicación Social para ver el mal funcionamiento de los servicios, que deberían prestarse con calidad. Por ejemplo, los tres módulos, de siete pisos cada uno, cuentan con baños; sin embargo, únicamente funcionan dos en la planta baja. Cuando no hay agua se cierra uno, y muchas veces no hay papel higiénico.
Los ascensores no funcionan y muchos de los profesores y alumnos con problemas físicos se ven en la necesidad de subir varios pisos. ¿Qué hacen los administradores del recinto al respecto? Nada.
Los salones tienen mala iluminación, pizarrones y pupitres en precarias condiciones. Los extintores casi no hay, a pesar de que la universidad cuenta con bomberos.
El servicio de transporte es ajeno a la administración de la Santa María, pero las autoridades permiten que la línea cobre el pasaje a BsF 3, olvidando el subsidio estudiantil.
Les resulta indiferente los precios elevados de los cafetines, tiendas y otros establecimientos de comida. La seguridad es pésima. En septiembre pasado asaltaron a los estudiantes que estaban en el estudio de radio.
Los estudiantes de la Escuela de Comunicación Social más grande de Latinoamérica pernoctan desde la madrugada para escoger el horario de su preferencia.
Greisy Torrealba
Estudiante universitaria. Habitante
de El Valle
greisy57@gmail.com
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