martes, 14 de agosto de 2012
Vía correo: Morir tiene su precio
"Lo que narro a continuación parece un guión para una novela o una película, pero es un hecho real ocurrido a una familia amiga venezolana.
La esposa, el hijo, la nuera y los nietos de unos amigos decidieron pasar el fin de semana en el interior del país; el padre, para no dejar la casa sola ya que viven en una barriada popular del Oeste de Caracas, se quedó en la vivienda; la suegra, quien actualmente se recupera de un accidente de tránsito, se fue a la casa de otra hija; hasta allí todo normal. "Pero el lunes, en la mañana, al llegar la familia a la casa sintieron un fuerte olor nauseabundo y comenzaron a buscar su origen. Cuál sería su sorpresa al encontrar al padre muerto en su cama.
En ese momento comenzó el drama, llamaron a las autoridades competentes para saber las causas del deceso y empezar el calvario para los trámites del sepelio.
"Luego de recorrer varias funerarias, se toparon con el lamentable hecho de que en ninguna de las funerarias de la capital querían recibir al difunto porque no se hacían responsables, no explicaron de qué no se hacían responsables.
"Al final, encontraron una funeraria que sí recibía a su familiar, pero con una condición: ellos se ocupaban de cremar al difunto en San Carlos, Cojedes,
y luego le entregan las cenizas
a la familia, esa era su única solución, lo toman o lo dejan, o como se dice en el argot popular, o lo toman o se comen su muerto" .
"Yo me pregunto, dónde está
la solidaridad y la sensibilidad hacia esas familias, que encima de perder a un ser querido en tan extrañas circunstancias deben "parir" una bola de real para trasladarse a San Carlos, Cojedes, para cremar a su padre y regresar a la capital a llorar su pérdida. "De paso, siempre esperamos que en momentos tan dolorosos podamos contar, al menos, con la compañía de amigos y familiares y en este caso no lo podía hacer".
Irina Arraiz
El Hatillo
Polarico2011mail.co
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