Desde noviembre de 2013, el Gobierno nacional emprendió una cruzada para revisar las ganancias de los empresarios venezolanos, que se beneficiaban del otorgamiento para las importaciones, de los dólares a costo preferencial por parte de Cadivi, y que obtenían ganancias superiores al vender con precio final la mercancía, en muchos casos, hasta del 1.000% de sobreprecio.En los países desarrollados, por ejemplo, Alemania, las políticas de controles de precios se abandonaron cuando se comprobó que las regulaciones, más allá de favorecer al consumidor, tienen como consecuencia directa la escasez. Si usted analiza con detenimiento los productos regulados (leche, arroz, azúcar, pollo, carne, etc), se les fija un precio artificialmente bajo sin haber realizado un análisis justo y real de lo que representa la fabricación, comercialización y distribución de esos productos; lo único que sí se logra es que la demanda de los mismos se acelere hasta que la oferta resulta insuficiente.Esa situación no es tomada en cuenta a la hora de ponerle el precio que, al parecer, le corresponde. Conoce, a fondo, el Gobierno la cadena de gastos para que un producto llegue a los estantes, sin olvidar ni uno; es decir, aumentos del salario mínimo por ejemplo, publicidad, empaque, etc. La fórmula es sencilla: si usted acude a un mercado en búsqueda de su cesta alimentaria y se encuentra con un producto regulado y con otro del mismo tipo pero no regulado, usted va a buscar el de menor costo, a fin de rendir el presupuesto familiar; por ende, no solo usted hace eso, puesto que todos pueden pensar igual que usted, y resulta que “no” toda la producción es regulada, por lo que no alcanza para todos. Esas medidas, más que efectivas, dan la sensación de ser populistas, a objeto de que no se muestre por completo la verdadera cifra inflacionaria. Definitivamente, las políticas de controles de precios parecen encerrar una visión totalitaria de poder.
Taxista/Administradora
Habitante de la Av. Fuerzas Arm
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