Todos los últimos domingos del mes de mayo se celebra el Día Nacional del Árbol aquí en nuestro país, en homenaje a nuestro Araguaney. Cuántas cosas no podríamos decir acerca de ellos. Recuerdo los días de escuela cuando nos enseñaron sus partes y funciones, tanto físicas como químicas y biológicas, como que son capaces de llevar a cabo el proceso de fotosíntesis para producir el oxígeno limpio y puro que requerimos para nuestro proceso de respiración, de brindarnos frutos como un rico mango, aguacate o ácido tamarindo por mencionar algunas. Pero no sólo eso ¿qué me dicen de los medicinales? quién no se ha colocado una cataplasma de cogollos de mango o corteza de jobo en una quemadura. Y de los materiales que nos proveen como caucho, látex, fibras, maderas, tinturas y más; son innumerables los beneficios obtenidos sin abusar de ellos. Ahora bien, en la vida he aprendido a amar a estos símbolos de culturas y civilizaciones y he obtenido gran información acerca de ellos, más allá del aprendizaje meramente científico, he podido descubrir que estos han sido fuente de inspiración a través de la historia, por ejemplo en la Biblia génesis 2:9 aparece el árbol de la vida y el de la ciencia del bien y el mal, y quién no recuerda a Isaac Newton, recostado a la sombra de un manzano e inspirarse para enunciar nada más y nada menos “la ley de gravitación universal” o porque no los populares refranes como “Al que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija” y más aún inspirar ese hermoso himno al árbol cuya letra le pertenece al poeta Alfredo Pietri y la música a Miguel Ángel Granados. Hay tantas cosas que decir de estos seres con los cuales compartimos el planeta, que no debemos dejar de dedicarles un espacio.
Eneida Bonalde M.
Eneida.bonalde@hotmail.com
martes, 31 de mayo de 2011
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