¿Hasta cuándo vamos a vivir en esta incertidumbre, en este caos, en este desbarajuste...? Resulta asombroso cuando comparamos cómo era la vida hace 20 ó 30 años atrás y la de hoy día. Claro, todo cambia, pero este cambio no ha sido tan positivo para la sociedad, salvo algunas excepciones, como los avances tecnológicos que tenemos.
A diario vemos que nuestra vida no vale nada, y eso es bien lamentable. Una persona sale a la calle y tiene que andar con mil ojos y con la zozobra de que no la roben o la maten.
Uno no puede ir a una clínica o a un hospital porque no te atienden y si tienes seguro, más importante es una clave que tu vida.
No tenemos un poquito de paz al cruzar las calles. Los carros y las motos no respetan los semáforos y si les dices algo se molestan. No podemos ir tranquilos en una buseta, en el autobús o en el Metro porque en cualquier momento te roban.
Cuando salimos a la calle tenemos que estar pendiente no solo de los atracos, sino también de los secuestros exprés.
Antes se podía disfrutar un rato en la noche, salir con la familia o amistades; ahora en cambio ya no se puede, pues hay mucha inseguridad y los precios están muy altos. No estamos seguros ni en nuestra propia casa, ya que estamos cansados de ver, escuchar y leer cómo entran las balas perdidas a las viviendas y matan a niños, mujeres y hombres.
No se puede confiar en nadie. Hay mucha gente trastornada en las calles: indigentes, drogadictos, personas pidiendo dinero, y la mayoría son personas agresivas. Nos duele que no podamos sentirnos en paz y gozar de una vida sana en todos los sentidos.
Sólo nos queda reflexionar sobre todo el daño que nosotros mismos hacemos con tanta violencia y rencor y por otro lado, lo que nos queda es encomendarnos a Dios, a la Virgen y a todos los santos y seguir hacia adelante hasta que Dios quiera.
Isabel Báez
Ama de casa, habitante del 23 de Enero.
ana09111@gmail.com.
lunes, 11 de julio de 2011
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