Pobre Cabudare

Hace como 20 años conocí Cabudare, en el estado Lara. Fue un viaje de placer a casa de un sobrino que vivía en esa población.
Era un pueblo bonito, tranquilo, limpio y corría una brisa muy sabrosa. Me gustó tanto que pensé: “Me gustaría vivir en un futuro en este pueblo”, y así se lo comenté a mi familia, de lo bien que me sentí allí.
Este año volví a Cabudare y cuál sería mi sorpresa: es un pueblito desconocido, cambiado. Está lleno de buhoneros, tarantines, sucuchos y sucio; hay basura por todas partes. Hay una anarquía total: cualquiera saca una mesa, vende unas cuantas chucherías y pone su negocio. Hay cantidades de puestos así; en una mesa ponen un aparato para hacer jugo de naranja o colocan teléfonos para alquilar; es más, no se alejan de sus casas, simplemente colocan una mesita y allí ponen el negocio.
Las aceras están rotas y desniveladas. En las afueras de la alcaldía ni siquiera barren; hay basura por todos lados. Las pobres matas de las plazas están resecas. Hay un estado de abandono que francamente me hizo sentir triste.
Me pregunto: ¿qué hace la alcaldía? Aparentemente nada, no sé, me imagino que sufren de apatía y no les importa la suerte del pobre pueblo.
Sabemos que en todas partes hay necesidades y que la gente tiene que buscarse su sustento, pero me pregunto: ¿será muy difícil construir un gran mercado de buhoneros? Terrenos hay para reubicar a toda esa cantidad de gente realenga.
Se debe realizar una campaña de concientización para que la gente sea más educada y aseada, que no eche la basura en las vías, se deben barrer las calles diariamente e incluso obligar a los negocios a que limpien el frente de sus establecimientos.
Los talleres también afean al pueblo. Arreglan los carros en las aceras y ensucian las calles con aceite negro.
Me pregunto: ¿qué pasó en Cabudare? Rememoro lo que viví hace 20 años y la verdad es muy triste y doloroso ver en el estado en que se encuentra. La verdad, ya no me gustaría vivir allá.

Norma Astor M.