Recientemente, mi sobrina de 11 años de edad me preguntó qué es pornografía y respondí a su pregunta con un lenguaje apropiado para su edad. Ella ya estaba al tanto de lo que son las relaciones sexuales, por lo que no me fue difícil responderle. Aunque reconozco que la pregunta me sorprendió, me alegra que ella haya decidido preguntarle a un miembro de la familia y no a un extraño. Nuestros niños y adolescentes son la parte más vulnerable de nuestra sociedad, están en formación, en crecimiento y necesitan adquirir conocimientos no solo técnicos y científicos, sino aquel que los ayude a ser buenos ciudadanos, a saber elegir entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. Es por ello que los padres y la familia, aunque no cuenten con una educación superior en algunos casos, tienen una experiencia de vida que les debería permitir comunicar, educar y orientar a los más pequeños sobre temas delicados que cada vez son más frecuentes,
como consumo de drogas, uso de armas, embarazo precoz, deserción escolar, pornografía, etc. Recordemos que la segunda acepción del diccionario de la Real Academia Española para la palabra comunicar es ‘descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo’. Comuniquémonos con nuestros niños sin tener que esperar a que ellos nos hagan las preguntas difíciles; hagámosles saber que, como familia que somos, estamos para orientarlos sanamente ante cualquier duda e inquietud. No esperemos que busquen consejos en la calle que tal vez puedan llevarlos por el camino equivocado.
Licenciada en Letras
Habitante de Los Teques (Mir)
taniapacheco21@gmail.com
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