Septiembre 5, 1959; alegría en el seno de un hogar venezolano humilde. Nace el quinto hijo, bautizado con el nombre de su padre.Crecía y brillaba en su rostro una hermosa sonrisa, pero en su interior sucedía algo que nunca tuvo explicación. Fiebres muy altas sin signos externos hicieron convulsionar su pequeño cuerpo muchísimas veces.No había escenario en el que no cayera al piso y en el que no viéramos a una madre amorosa y desesperada recogerlo para llevarlo en busca de atención médica y de explicaciones científicas a lo que le sucedía a su hijo. Explicaciones que nunca llegaron de manera clara; lo que sí llegó fueron medicamentos anticonvulsivos en grandes dosis y por bastante tiempo.Un buen día, las amigdalitis que sufría requirieron una intervención quirúrgica y, como por arte de magia, se fueron las convulsiones. Claro, ya estas y la gran cantidad de medicamentos recibidos habían dejado huella nefasta en su cerebro. Y ese niño de bella sonrisa se convirtió en un ser tímido, nervioso, inseguro, irritable y dependiente al extremo.Su cerebro ya no tenía las mismas condiciones fisiológicas para llevar una vida sana. Se convirtió en paciente de psiquiatría y estuvo hospitalizado con cuadros depresivos y psicóticos severos. Esta vez sí hubo diagnóstico: discapacidad intelectual. A pesar de todo, su voluntad, el amor de sus padres y hermanas, le impulsó a obviar una aparente sentencia. Se graduó de bachiller, se casó y tiene un hijo varón. Trabajó en varios sitios pero su inestabilidad emocional le hizo abandonar el trabajo. Se inscribió en la Misión Sucre y se graduó como licenciado en Comunicación Social. Es muy difícil resumir en pocas líneas una vida signada, por un lado, por el rechazo de gente inconsciente y, por el otro, por una perseverancia a prueba de todo. Este muchacho tiene ya 54 años, es noble, amoroso, responsable, solidario, con muchas ganas de vivir y de ser útil. Ese hermoso ser humano a quien amo, a quien nunca abandonaré mientras tenga vida, y a quien admiro profundamente, es mi hermano Dionicio Yoel.
Yoelina Mendoza
yoelinamendoza@hotmail.com
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