En nuestro paso por la vida nos encontramos, lastimosamente, con diversos tipos de discapacidad, como parálisis cerebral, cuadraplegia, amputaciones de piernas o brazos.
En esta ocasión, me referiré a la que se refiere a un órgano tan importante como lo es la vista.
Es llamativa la cantidad de personas que presentan diferentes tipos de padecimientos visuales en nuestro país (de córnea, de retina, cataratas, etc.), y lo podemos corroborar si nos fijamos en el sinnúmero de personas que en nuestro recorrido diario usan lentes correctivos.
Cuando este padecimiento se presenta desde la niñez, el calvario es aún peor. La mofa por los lentes es el pan de cada día para el que los carga.
De adulto, las limitaciones son evidentes, desde la lectura hasta el manejo de un vehículo. Siempre he pensado que quien los usa es más vulnerable, ya que, si comparamos esa dificultad con una visión perfecta, esta última da una gran ventaja y, por ende, se debe evitar a toda costa acto alguno de violencia física o agresión.
Me ha tocado vivirlo en carne propia con mi hijo, quien ha sido operado tres veces y va para la cuarta de desprendimiento de retina, y en estos días fue golpeado por un miembro de la Guardia Nacional por el delito de ir a la puerta del edificio sin cédula a comprar pan, razón por la cual hago un llamado a todos los seres humanos para que comprendan cuál es la magnitud y el respeto que merecemos todos, en especial las personas con estas terribles y permanentes discapacidades.
Manuela Ortega
Lic. Administración/Taxista
Habitante de Av. Fuerzas Armadas
manuelaortega26@hotmail.com
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