Nuestro país se encuentra sumergido en una crisis de valores, social, política, económica y espiritual que nos lesiona.
Todos los venezolanos, en general, estamos afectados por los antivalores que reinan y dominan nuestra sociedad. La convulsión que observamos es un reflejo de la falta de madurez, sensibilidad, compromiso y responsabilidad por parte de nuestro gobernantes y líderes hacia su pueblo.
Estamos sumidos en una crisis profunda. Cada vez nos damos cuenta de que la crisis se debe a una falta de carácter, de valores, principios, prudencia, sapiencia, compromiso, trabajo y madurez por parte de los gobernantes que rigen nuestros destinos.
Las personas encargadas de ejercer la Administración Pública en todos sus niveles han visto ese don como un negocio y no una forma de servicio, de compasión, vocación que son valores. Hasta los artistas han perdido el enfoque de su identidad, lanzándose a la arena política, tal vez creyendo que es una mejor opción para aumentar la plusvalía en sus activos. Mientras sigan sumidos en sus prioridades y problemas personales, señalando sus puntos de vista, viendo la basura en el ojo del otro, creyendo que van a ser aceptados por todos, no lograremos salir de esta crisis. Es necesario reflexionar y olvidar las diferencias personales y enfocarse en los intereses del país comenzando a crear soluciones significativas.
La verdadera vocación del liderazgo político es tener sensibilidad social, sensibilidad humana, cultivando el valor de la filantropía, de servicio, compasión y un espíritu altruista capaz de generar cambios significativos en una sociedad y en una generación.
Es cambiar al hombre transformando su entorno, influenciar de forma positiva, direccionar y redimir las generaciones presentes y dejar un legado a la generación de relevo. Es necesario levantar una generación con visión y destino, con identidad propia que logre transformar su entorno.
José Manuel Díaz
Habitante de Barinas (Bar)
jmdiazu@hotmail.com
jueves, 7 de agosto de 2014
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