En los 75 institutos de cuido geriátrico que hay con financiamiento del Gobierno nacional, existen como mínimo en cada una de esas casas cuatro ancianos o pacientes abandonados a quienes los familiares -mediante poder especial- les cobran las pensiones.
Ocurre que en todos esos casos los familiares obtienen el pago de Bs 7.400 mensuales y después se presentan en los geriátricos con un paquete de papel tualé y un paquete de galletas, lo cual suma un costo total de Bs 400; o no llevan absolutamente nada a su familiar abandonado.
En la actualidad, una comisión de la Asamblea Nacional trabaja en la elaboración de nuevas leyes para la protección de la tercera edad; pero lo que realmente necesitamos es una aplicación urgente y efectiva de las leyes existentes para la solución de ese problema, que nos afecta a todos.
Yo particularmente he acudido en dos ocasiones a la Defensoría del Pueblo -en años distintos- para plantear el caso de dos hijas mías, ambas con doctorados y con altos ingresos, pero han sido en vano mis esfuerzos. Gasto la casi totalidad de mi pensión del Ivss en medicinas y comida en la calle porque la del geriátrico donde estoy recluido es poca y mala, por lo cual algunas veces paso el día sin comer.
En la Defensoría del Pueblo me han respondido que debo instaurar un juicio civil, pero a los abogados consultados no les ha interesado el caso.
Esas hijas de mi matrimonio nacieron, estudiaron y se doctoraron bajo mi manutención en sus primeros 25 años de vida. Y una gran parte de la fortuna que hoy disfrutan la obtuvieron por herencia de su señora madre, mi esposa, quien nunca trabajó en su vida, sino que obtuvo una fortuna por separación de bienes a la que fui obligado.
Hace poco cumplí 30 años de haber sufrido un terrible infarto y también cumplí 30 años sin ver a mis dos hijas; ni aún en mis enfermedades graves, ni en cumpleaños ni en navidades he tenido siquiera una llamada telefónica, a pesar de ser reconocido como un gran padre.
Si pido una aplicación de las leyes, no es por deseos de verme favorecido con eso, sino para que sea un precedente para los 4.500 pacientes que hoy en día viven abandonados en todos los institutos geriátricos. También hago un llamado a la familia para que no deje solos a sus viejos, para que no los abandonen a la buena de Dios.
Norman Rodríguez Martínez
norman.rodriguezmartinez@gmail.com
jueves, 20 de agosto de 2015
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