En Venezuela, con el devenir
de los últimos años, se han gestado grandes transformaciones sociales. Una de
ellas fue la reforma policial, la cual surgió luego de un proceso de consulta e
investigación que concluyó con la promulgación del nuevo modelo de seguridad,
con altos estándares de desempeño, eficiencia y eficacia, que se ha
caracterizado por ser humanista, con apego a los derechos humanos de la
población.
Sin embargo, esa
transformación ha perdido el impulso que inicialmente tuvo, a pesar de contar
con una casa de estudios superiores. El nuevo modelo se encuentra sin dirección
y sin metas claras, el funcionario está desprotegido judicialmente y muchos
siguen cayendo en los viejos paradigmas delincuenciales que llevaron a la
intervención y eliminación de la Policía Metropolitana.
Si bien es cierto que en
todas las familias -sin tildarnos de racistas- pueden encontrarse ovejas negras
y descarriadas, también es innegable que existen funcionarios policiales
quienes dan lo mejor de su trabajo, dejando atrás hijos y familias por el bien
de la comunidad.
A ese devenir de la
inseguridad policial se han unido los asesinatos de policías, que actualmente
parecen tener precio. Lamentablemente, eso se debe a la inefectividad de los
operativos, pues hay que esperar que el delincuente arremeta sin piedad
violando todos los derechos humanos no solo de los funcionarios, sino también
de la población en general para poder actuar con contundencia.
Las estadísticas dejan en
evidencia que se mantiene la tendencia de asesinar policías. Las cifras son
elocuentes en los últimos meses ya no solo para despojarlos de su arma de
reglamento; ahora, asesinarlos significa ganar categoría.
Antes, los asesinatos
ocurrían generalmente cuando el funcionario estaba fuera de servicio y los más
vulnerables eran los oficiales con menor jerarquía y edad, pero ese modus
operandi ha sido cambiado, ya que los ataques son realizados de manera
programada y sistemática. Es un problema que debe ser tratado urgentemente por
los entes encargados de prestar seguridad a la población. En algo se está
fallando y el ente encargado de brindar justicia debe estar acorde con los
nuevos desafíos.
Ángel Pulido Colmenares
pulido
Habitante de Guatire (Mir)
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