Esta historia la escribo para todas aquellas familias que tengan niños pequeños para que sepan que no deben descuidarlos.
Mi esposa y yo cuidamos por las mañanas a nuestro nietecito de un año. En días pasados mi esposa salió un momento y yo me quedé con él en el cuarto principal, se me ocurrió ir al baño a recoger mis lentes que
se me habían olvidado, fue cosa de segundos, cuando me voltié para ver a mi nieto ya no estaba en el cuarto, enseguida comencé a buscarlo debajo de la cama, pero no estaba; me fui para la sala y tampoco lo encontré; mire hacia la cocina donde está un mesón sin conseguir resultados,
entré a mi cuarto de nuevo y empecé a llamarlo insistentemente, me volví a agachar para ver si era que no lo había visto la primera vez, pero nada que ver, cuando me levanté llamándolo
venía sonriendo con una tijera grande que siempre está en un gavetero, me acerqué hablándole cariñosamente y logré quitarle la tijera de sus manitas, me fui a la cocina y encontré la gaveta abierta que yo había dejado así por un descuido, enseguida se me aclaró la mente: cuando revisé por primera vez la cocina no miré debajo del mesón donde,
estaba mi nieto en ese momento; me volvió la calma a mi corazón.
A los días siguientes, escuché en la radio una noticia que trajo a mi memoria lo de mi nietecito: un niño de dos añitos, en un descuido de sus
familiares, se fue para la casa del vecino donde había una piscina y se metió en ella y se ahogó. Espero que el señor lo haya recibido en su corte de ángeles.
Por eso debemos estar siempre alertas y no quitarle la mirada a nuestros niños.
Luis Andrade
morenoeulogio@hotmail.com
jueves, 20 de enero de 2011
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