El mundo entero identifica a nuestro país por su riqueza tanto en recursos naturales renovables y no renovables, lo alegre y simpáticos que somos, así como también por nuestra creencia fundamentada en Dios. Somos un pueblo cristiano porque creemos que Jesús es el Hijo de Dios, quien murió en la cruz del Calvario y resucitó al tercer día, el único y verdadero Dios que vive.
En la actualidad, en un mundo tan cambiante como este, se hace visible y palpable que, con el transcurrir de los años, en Venezuela y también en otros países se ha venido mermando considerablemente "nuestra relación personal con Dios"; eso porque muchas personas lo han desplazado del primer lugar de su corazón.
Ese hecho ha traído como primera consecuencia la separación del hombre con su parte espiritual, lo que ha conllevado finalmente la existencia de un desequilibrio en nuestro ser, porque como bien sabemos el ser humano está compuesto por espíritu, alma y cuerpo. Es necesario decir que la misma familia, los colegios, la sociedad y los gobiernos han contribuido a que se genere ese distanciamiento individual entre Dios y el hombre porque lo han sacado por completo. Hoy en día vivimos alrededor de asesinatos, robos, secuestros, agresividad, violencia, indigencia, drogadicción, prostitución, alcoholismo, corrupción, ruina, pobreza, irrespeto, vejación del niño y la mujer, mentira, odio, rencor, orgullo, envidia, divorcios, desequilibrios mentales y guerras.
En la celebración de la Semana llamada Santa, sabemos que un grueso de la población aparta nuevamente a Dios a un lado para irse a las playas, ríos y montañas, etc., a disfrutar variadas fiestas no tan santas. Los principios y valores en las familias y sociedad en común se han perdido; vemos cómo los padres abusan sexualmente de los hijos, los asesinan, los maltratan físicamente, verbalmente y psicológicamente; no educan a los hijos sino más bien los abandonan; también observamos el irrespeto y la violencia de los hijos para con los padres, maestros, amigos y cualquier otro ciudadano, entre otras más.
Dura reflexión, pero real: Dios no se ha alejado de nosotros, sino nosotros de él.
Alexander Bello Sánchez
alexbello_5@hotmail.com
lunes, 25 de abril de 2011
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