lunes, 19 de septiembre de 2011

En el gimnasio

La persona que asiste a un gimnasio lo hace por diversas razones, a saber: 1) Está bajo de peso o con sobrepeso. 2) Quiere mantener “la línea”. 3) Desea hacer amigos. 4) Huye de la soledad. 5) Está deprimido. 6) Conseguir pareja o entretenimiento, y muchas otras. El escenario que encuentra a veces lo motiva o lo espanta, porque los usuarios que conseguirá allí ejercitándose son toda “una fauna variopinta”. Veamos: El instructor, por lo general, con cara de autosuficiencia, con un físico cual modelo de pasarela o en su defecto un tipo de contextura esferoidal, bajito, casi calvo o de cabello casi al rape, envuelto en unos pantalones que le “cuelgan”, franela ajustada que le revela “los rollos” o con una chaqueta para el frío y que se esfuerza en “ayudar” todo el tiempo a la chica novata o la que está en línea; por supuesto, estas ayudas implican tocamientos manuales, porque si no lo hace así, piensa que la chica no entiende.
La señora entradita en carnes que no cesa de reír de cualquier cosa para disimular que no alcanza a levantar una pesa pequeña. La chica modelo que en lycras superapretadas se contorsiona y mueve todo el cuerpo. La muchacha medio “caída de la mata” que está creidísima que haciendo 30 planchas para abdominales de una sola vez, rebajará la panza. El Adonis todo músculos y cabellos largos que sacude al aire cuando levanta en un solo aventón 50 kg, mientras observa quién lo está mirando por el espejo. El intelectual que mientras trabaja en la bicicleta lee un libro. El ruidoso que emite gemidos mientras trabaja. La que siempre busca conversación al que tenga al lado. La que parlotea con mucho ruido todas las tonterías que le suceden y que a nadie interesan. Los que echan “raíces en una máquina”, haciéndose el “loco” mientras otros esperan turno. Las que siempre están pendientes de organizar una rumba y recoger dinero para los cumpleaños. Los que se “visten de marca” y hacen lo imposible para que se vea. La persona que sencillamente asiste y va a lo suyo, a ejercitarse. Y por supuesto, no falta la estrambótica música que si no tiene altos decibeles, se piensa que no ameniza. Todo lo dicho no es la regla, pero sí la mayoría de excepción. Pero no importa amigo, ve a lo tuyo si eso te hace feliz y... más flaco.
Edilia C. de Borges
Hab. de Los Palos Grandes
edilia.cdeborges@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario