Llegué a la preciosa península de Araya a través de una agradable y corta travesía desde Cumaná (Sucre) en una embarcación llamada popularmente La Palita y a un costo muy bajo.
Recorrer todas sus preciosas playas fue interesante: El Castillo, Punta Araya, Punta Arena, El Rincón, Manicuare, y otras de las que se me escapan sus nombres. Verlas causó en mí un gran placer al disfrutar sus arenas, maravillosas aguas; comer los exquisitos langostinos, pulpos y pescados obtenidos de sus mares a buen precio.
Otro de los atractivos del lugar es la producción de sal de las empresas salineras y ver sus extensiones; la gente puede tomar una puestra de sal en piedra, en mi caso me lo llevé de recuerdo para el Geriátrico de Altamira donde vivo.
La oportunidad fue idónea para conocer lo máximo de la península acompañado por "El Solitario de Manicuare" el gran poeta, Cruz Salmerón Acosta en su confinamiento mortal: "Azul que del cielo emana y azul de este gran mar que me consuela mientras diviso en él la ilusión vana de visión del ala una vela", die en su poema Salmerón Acosta.
Parte lastimosa de mi relato es haber observado el estado de suciedad y abandono que sufre actualmente la zona del Rincón donde su escasa y espinosa vegetación es cubierta por la basura que no es recogida por el equipo del mandatario local, lo que ocasionando tristeza en el alma de los visitantes y de los pobladores.
Propongo a todos los habitantes de nuestro país que dispongan de alguna pequeña economía que emprendan el mismo recorrido que yo efectué para que conozcan y disfruten de lindas playas y de un buen trato de la gente de la Península de Araya.
Norman Rodríguez Martínez
Paciente del Geriátrico San Judas Tadeo de Altamira
norman.rodriguezmartinez@gmail.com
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