Modernidad en el salón de clases

Recientemente, en unas de mis clases me puse a pensar sobre la modernidad en el aula, entendiendo por modernidad el uso de aparatos tecnológicos (celulares) que permiten el acceso rápido y exacto a la información -y aclaro información-, para dejar de lado la añorada formación.
El uso de aparatos inteligentes y con conexión rápida a Internet era observable en algunos de los estudiantes, ya sea para aclarar dudas, buscar conceptos, alimentar ideas.
De allí salieron las siguientes interrogantes: ¿Qué tan confiables son las fuentes de Internet? ¿Es que acaso ya los libros dejaron de ser útiles? ¿Acaso no se pierde la originalidad de las ideas que salen de cada estudiante? ¿Quién certifica la validez de los conceptos? ¿Qué tal si ocurriese un apagón de la Internet?, ¿nos quedaríamos sin saber?
   Son tantas las interrogantes que de repente me puse a pensar en mis años de estudiante donde no existía la tal Internet ni mensajes de texto a la hora de fijarnos; utilizábamos la tradicional chuleta compuesta por un papelito acompañada de algo de nerviosismo, y además teníamos que esforzarnos a estudiar por largas madrugadas, buscando en grandes libros, conversar con señores sabios donde se compartía el saber de forma más humana, leyendo citas de autores célebres, de prepararnos de antemano para largos y, por qué no, productivos exámenes, donde el aprendizaje era significativo y no momentáneo.
No niego que cada época posee sus particularidades, pero es justo sentarse a cavilar, a reflexionar sobre el saber, el conocimiento, el aprendizaje y la manera más válida de llegar a ellos.
¿Se debería acaso crear una campaña para prohibir el uso de tales aparatos en el aula? ya sea por el bien de la calidad educativa, principalmente a la hora de evaluar, principalmente a la hora de formar a seres pensantes. Recordemos que el hombre creó la tecnología y no la tecnología al hombre.
Msc. Jesús José Sánchez
Carúpano, estado Sucre
jesuzanchez@hotmail.com