Los padres de niños con alguna necesidad especial no ven una discapacidad cuando miran a sus hijos; en vez de ello, ven a la persona más preciosa y maravillosa de sus vidas.
Compartimos nuestra experiencia, la sonrisa de nuestros hijos y sus logros, no como una manera de convencernos a nosotros mismos y a los demás de su perfección -ese no es el punto-, sino como lo haría cualquier padre entregado a la felicidad y orgullo que un hijo trae a su vida.
Hablamos acerca de la discapacidad de nuestros hijos no porque queremos etiquetarlos, sino para hacer conciencia de sus similitudes y los grandes esfuerzos que ponen a la hora de conseguir sus metas, aun así los padres más resistentes o negados a lo que están viviendo necesitan inspiración y fortaleza para recargar las pilas y volver a empezar de nuevo.
No cabe duda de que estos niños son enviados por Dios, mensajeros de paz y amor, como una manera más de hacernos ver que nada es perfecto, qué tan fuerte somos para ser padres de un niño con discapacidad. Nadie ha dicho que sea fácil, pero tampoco es un castigo como suelen decir algunos. Solo quien tiene un pedacito de cielo en su hogar, como son esos niños, entenderán el esfuerzo de estos padres y sus hijos para salir adelante; pero un castigo no lo es.
Por eso, mi Dios, te doy ¡gracias por el pedacito de cielo que me regalaste! "Mientras más dificultades nos encontramos en la vida, más significativa e inspiradora es", leí en alguna parte, palabras que hoy ilustran mi sentir.
Geraldín centeno gutiérrez
Analista de televisión
Hab. carretera vieja Petare-Guarenas
geraldin-morena24@hotmail.com
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