Hoy, después de muchos días pude llegar a la peluquería a “hacerme un cariñito” luego de atravesar por espacios de los municipios Naguanagua y Valencia, en Carabobo. El comentario del mes aflora en diferentes bocas y en forma de diversos juicios.Todos referidos a lo que hemos vivido y lo que aún vivimos en estas dos ciudades del país. El que cobra mayor fuerza niega la naturaleza de esos hechos como protesta y los cataloga tajantemente como acciones vandálicas. “Esos son malandros pagados, son paramilitares, son delincuentes, son miembros de colectivos”, etc, etc. Lo lamentable y necesariamente digno de análisis para todos quienes formamos parte de la sociedad venezolana es que en todas esas denominaciones hay dos elementos comunes: son jóvenes y violentos. He allí mi preocupación fundamental. Con independencia de la ubicación política, de la ocupación, del sector social al que pertenezcan y hasta de la denominación que les demos a los actores de esos hechos acaecidos en el país el último mes, lo que habrá que analizar profundamente son las razones por las cuales esos jóvenes han esgrimido tal grado de violencia que nos ha ocasionado como sociedad un trágico saldo en el bien más preciado que tenemos como seres humanos: la vida. Si nos detuviéramos un poco a hurgar en las razones, considero que lo que está pasando en el seno de nuestros hogares podría dar algunas pistas para comenzar a entender el asunto. Los hogares venezolanos de los últimos veinte años han asumido, debido a diversas circunstancias, otros patrones tanto en su conformación como en el compromiso que tienen como células fundamentales de la sociedad. Una buena parte de nuestras familias ha delegado en otras instancias de la estructura social (la escuela, la iglesia, los clubes de diversa índole, los medios de comunicación, los partidos políticos) su papel como formadora en valores ciudadanos. Como sociedad tenemos un gran reto: intervenir la vida familiar con el sano propósito de inocular en sus cimientos anticuerpos contra la violencia. Así como alfabetizamos para sacar de las tinieblas a tanta gente, alfabeticemos a nuestras familias en la formación de valores para la paz.
Educadora jubilada
Valencia (Car)
yoelinamendoza@hotmail.com
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