Si analizas bien tu realidad y eres sincero contigo mismo, lo que ha venido pasando durante tu vida ha sido producto de lo que dices y declaras, haz memoria. Los valores tienen esa relación intrínseca con nosotros y el entorno, y muchas veces lo que expresas y haces afecta a otros mientras tú no te inmutas. Sin saber lo que te ha pasado a ti, lo que ocurre es una consecuencia de lo que tu boca pronuncia a diario.
Hace poco escuché una anécdota de un hombre que había salido de vacaciones con su familia a Hawaii y, estando ahí, al subir a una colina muy alta pudo divisar una casa realmente hermosa, en un paisaje majestuoso con una vista espectacular del océano y dijo: “Yo nunca me imaginaría viviendo en una casa como esa”.
Lo más probable es que este hombre en verdad nunca vaya a tener una casa como la que pudo ver desde aquella montaña, pues si no lo cree y encima lo declara, ya es una realidad.
Es importante que declaremos nuestro éxito y que todas las acciones que emprendamos vayan de la mano con lo que se quiere. Este ejercicio nos puede ayudar:
1- Anota las expresiones más frecuentes que utilizas y que te caracterizan.
2- Observa los registros emocionales de tus expresiones.
Ej: Digo “Estoy en la lucha”. Mensaje oculto: Hago mucho esfuerzo.
Ej: Digo “Vale la pena”. Mensaje oculto: no importa lo que sufra.
Ej: Digo “Menos mal”. Mensaje oculto: Todo está mal y esto es un poco menos.
3- Reemplaza tu forma inapropiada de hablar por un método positivo.
Ej: Dices “Estoy en la lucha”. Expresa: “Estoy cada día mejor”.
Ej: Dices “Vale la pena”. Expresa: “Vale el esfuerzo... o
las ganas, el tiempo, etc.”.
Ej: Dices “Menos mal”. Expresa: “Qué bueno”, “Gracias a Dios...”.
Estos pequeños ejercicios pueden hacer la diferencia en tu día a día. Toma acción y ponlo en práctica desde hoy. ¡Dios los bendiga!
José Manuel Díaz
Estudiante
Hab. de Barinas
jmdiazu@hotmail.com
jueves, 12 de junio de 2014
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