Hay una única subida muy corta, resbaladiza cuando está húmeda, pero no muy difícil para entrar. Luego el caminito es bellísimo. El viento corre libre de uno al otro lado, moras silvestres rojas y jugosas se esconden entre la fronda, muy dulces, pero cuidado con las espinosas ramas donde se encuentran.
No llega a 2 km la caminata; al final un cúmulo de rocas altas que hay que subir con cuidado; no son difíciles, se sube y una se instala en el punto más alto, desde allí se divisa, si es un día claro con mucho sol y nada de niebla, hasta los barquitos anclados en el mar.
De vuelta arriba se retoma el camino, pero esta vez hacia la caseta y las antenas nombradas; el techo de cemento de la caseta se alcanza por encontrarse fácil, allí una descansa fabulosa, un senderito angosto le lleva a uno más abajo de la montaña hasta donde está una pantalla receptora. Hoy está muy
enmontado.
Desde ese lugar se baja hasta La Guaira, pero no lo recomiendo porque la última vez se me hizo muy difícil debido a que una tiene que atravesar zonas de roca desnuda muy empinada y resbalosa, allí ocurrieron los deslaves de 1999.
Este paseo es una magnífica opción para los que aman la naturaleza, pero, ojo, de vuelta traigan consigo lo que lleven y no regresen con nada que no les pertenezca como plantas, flores o animales; solo en fotografías. ■
EDILIA C. DE BORGES
edilia.cdeborges@gmail.com
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