La cuenca del río Caroní es
uno de los sitios donde más llueve en el mundo. El promedio de lluvia es de
2.900 mm, con zonas en donde llega a 6.000 mm anuales, es decir, más de siete
veces de lo que llueve en promedio en la ciudad de Caracas. Además, recibe 245
ríos a lo largo y ancho de su área. Todo ello significa que el rendimiento de
agua de la cuenca es de una magnitud excepcional por lo que el caudal promedio
del río Caroní es muy superior al de ríos famosos en el mundo, como el Nilo, el
Danubio o el Columbia, en cuyos cauces se han construido también grandes
presas.
Además, son algo más de 9 millones de
hectáreas que tiene esa cuenca, donde mucho más de la mitad son bosques
vírgenes, garantes de que el agua llegue al río sin quedarse en el camino. Es
así como este río, el segundo más caudaloso de Venezuela, recibe seis mil
metros cúbicos de agua cada segundo, algo difícil de imaginar. Inclusive se le
ha llegado a medir un poco más de diecisiete mil metros cúbicos por segundo. He
allí la principal causa por la cual este curso de agua fue seleccionado para
ser originario de fuentes importantes de electricidad, limpias y no
contaminantes.
Siendo Venezuela el segundo país del mundo con
más agua dulce, si no somos nosotros, quién entonces se puede garantizar por
cientos de años la fuerza motora de su energía a base de agua, y de una manera
ecológica, en plena sintonía con la naturaleza.
Por entender esa realidad a través de los
tiempos es que hemos colocado sobre su cauce seis hidroeléctricas (Macagua I,
II y III; Guri, Caruachi y Tocoma), y entre las seis suman la bicoca de 17.847
MW de capacidad generadora, siendo Caruachi y Tocoma auspiciadas en la última
década y obras modelo en el mundo, al punto de que Caruachi fue galardonada con
el Premio Internacional Puente de Alcántara como la mejor obra pública en toda
Iberoamérica, en el año 2006.
Es una ignorancia supina
decir que la hidroenergía en Venezuela no es suficiente, cuando lo que tenemos
que hacer es construir presas de manera programada y eficiente a todo lo largo
de este portentoso río, así como construimos casas sin parar a todo lo ancho
del país nacional.
Cuando se acabe el agua en el río Caroní es
porque se acabó el agua en el mundo entero. Bendición para esta tierra contar
con ese regalo excelso, ese prodigio de río que está allí, real y vivo, que
contiene en su seno agua suficiente para generar toda la energía que
necesitemos.
José Durabio Moros
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