Ante el aumento de la inseguridad se requiere articular esfuerzos entre autoridades y sociedad civil para enfrentar el problema más grave que vive el país. Cuando un Estado no tiene capacidad para enfrentar y combatir el delito, cuando no cuenta con el número de policías uniformados necesarios, según los estándares internacionales, la impunidad genera imitación porque las normas elementales de convivencia rompen con ese pacto social tan elemental y necesario.
Ese Estado tiene que asumir con energía, comunicación, sinergia y mucha voluntad política, el impulso de verdaderas y reales normas de respeto, de seguridad, donde el equilibrio entre las políticas de represión y los Derechos Humanos estén contemplados en el mejor y justo marco jurídico.
Lamentablemente, observamos que la desinstitucionalización motiva el incremento de los hechos delictivos en la sociedad venezolana, generando un abandono del espacio público por miedo y porque "a nadie le importa" esa desconfianza y anomia, donde es necesario resolver los conflictos desde su base, de su ambiente local, buscando siempre la no trascendencia de los mismos en aras de asumir responsablemente nuestras cuotas de corresponsabilidad.
Nuestra sociedad, nuestro país, no es peligroso sino que se encuentra en peligro y no podemos quedarnos de brazos cruzados; es necesario el concurso y la participación de todas y de todos sus integrantes, promoviendo una plataforma jurídica al servicio de la seguridad: nuestra seguridad, la de nuestros hijos, la de nuestras familias y amigos.
En fin, la seguridad del país nacional está en peligro… ¡Salvémosla!
Antonio E. Vallée Zea
Conservador de Obra Gráfica
Habitante de Montecristo
antoniovallee@live.com
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