Los mayas lo consumían en sus celebraciones rituales y religiosas; en Europa se dio a conocer a partir de 1492.
Sin embargo, hoy vamos a hablar en presente: amigo fumador, hoy quien a ti se dirige fue una intensa y a la vez extraña fumadora que humildemente te cuenta su historia.
Generalmente, se aprende a fumar por curiosidad, por inducción de tus amigos, por creer que te ayuda cuando estás deprimido y hasta por creer que al hacerlo te verás o creerás sentirte más importante. Así empecé.
Por años, con la buena ventaja de poseer una especie de nicotinómetro corporal, llegué a consumir máximo una cajetilla diaria, suficiente para el daño que en mi podría causar; sin obviar que mis amigos fumadores llegaban inclusive a consumir tres y hasta cuatro cajetillas diarias.
Claro que el alcaloide que contiene el tabaco, que no es otro que la nicotina, te vuelve un adicto. Yo seguía fumando, día a día.
No escuché nunca a todos aquellos que se acercaron a mi, recordándome que causaba cáncer de pulmón, boca y esófago, entre otros.
No me daba cuenta, a pesar de un aseo personal diario impecable, de lo mal que olía, producto del cigarrillo.
Un día, gracias a la insistencia de mi hijo, quien -cual disco rayado- me repetía a todas horas: "No fumes, no fumes", lo dejé.
Reconozco que no fue fácil, la ansiedad y las tan nombradas bajas de nicotina me acosaban.
Hoy hay muchos métodos que pueden ayudarte, pon de tu parte, lucha, busca ayuda medica; y si engordas, no importa, siempre tendrás mejor salud y puedes rebajar de peso con ejercicio y dieta.
Hoy, cinco años después, logré dejarlo sin haberme enfermado, camino sin ahogarme, mi piel está lozana y siento exquisito mi propio perfume.
¡Anímate, inténtalo, te aseguro que te verás y sentirás mucho mejor!
Manuela Ortega
Administradora/taxista
Habitante de la Av. Fuerzas Armadas
manuelaortega26@hotmail.com
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