El valor de la palabra

Los líderes deben entender que sus palabras, sus acciones y su manera de ver la vida son detonantes inspiradores que impulsan los comportamientos, las conductas y las ideas de sus seguidores.
Por tanto, es indispensable que exista coherencia y adecuación entre lo que se dice oralmente y lo que se hace en la práctica diaria de la vida.
Cuando no hay correspondencia entre la palabra y la acción se entra en un terreno de incredulidad. Donde el valor de la legitimidad se pierde, donde las leyes, las normas y los tratados carecen de importancia y comienza a vivirse en la anarquía y en los antivalores.
Para ir en contra de esa mala praxis, lo primero que debe hacerse es ser practicante de lo que se dice, adecuando las acciones a lo que se expresa a través de la comunicación oral.
La palabra tiene poder; marca de forma positiva o negativa a los receptores, que en este caso es un país entero, que además se encuentra divido y polarizado por sus ideales y visiones de mundo.
Se vive hablando y escribiendo de la importancia de los valores. En las escuelas, maestros y profesores dan su vida por formar a seres capaces de tener un pensamiento crítico combinado con la formación de un ser humano con valores morales y éticos, viéndose interrumpida por una realidad aplastante que cada día nos separa más de ese ideal tan hermoso que es vivir en valores, donde exista respeto, amor, tolerancia, paz y convivencia.
De aquí que hago un llamado para todos a cumplir con las palabras que predican para que se vean reflejadas con las acciones que manifiestan. No puede ni debe tenerse un doble discurso.
Nuestro país requiere de personas comprometidas con los valores cívicos para poder convivir y mejorar las relaciones humanas donde los derechos sociales como el derecho a la educación, salud, vivienda, libertad de expresión, entre otros, no se vean vulnerados por comportamientos de sectores que deben dar el ejemplo a un colectivo que se llama Venezuela.

Francisco Pérez Cea
javcea1@hotmail.com