Ser el Estado tiene ciertas desventajas, entre ellas, que nuestra vigente Constitución le atribuye obligaciones que no puede ignorar. Un ejemplo es el artículo 83 de la Carta Magna, que reza: "La salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, que lo garantizará como parte del derecho a la vida (...)".
El art. 84 agrega principios básicos que debe cumplir el sistema de salud: "Para garantizar el derecho a la salud, el Estado creará, ejercerá la rectoría y gestionará un sistema público nacional (...) regido por los principios de gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración social y solidaridad (...)".
Es una obligación del Estado darnos un sistema que garantice la salud de forma gratuita. Y la salud es un concepto muy completo según la OMS: "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Hay que tomar en cuenta las cosas que ni en los mejores hospitales están disponibles, cuestan dinero y son necesarias para la salud; sumemos el costo de todo lo que no es el médico y la enfermera (que están ciertamente gratis en las instituciones públicas): procesar laboratorios, tomografías, resonancias y simples rayos X en instituciones privadas, comprar medicamentos, gasas, guantes, alcohol, solución, hasta el límite de comprar instrumentos quirúrgicos y prótesis, ni hablar del transporte para hacer todo eso a las 12 de la noche cuando son emergencias o el traslado en ambulancia de pacientes para hacerse estudio. Todo aquel que trabaje en una institución pública, todo paciente y familiar sabe que me quedo corto.
Pero lo irónico es que la población y el trabajador terminan por responsabilizarse entre ellos y se nos olvida el verdadero culpable: el médico trata mal al paciente, el paciente cree que la culpa es del médico, la enfermera cree que el familiar "no quiere" ir a comprar lo que le ordenaron. Pero yo espero ver el día en el que las puertas de todas las direcciones de los hospitales, ambulatorios y direcciones regionales de salud estén llenas de colas de personas furibundas reclamándole al Estado, pidiéndole que cumpla con su deber constitucional expresado muy claramente en el art. 83; pero a veces ni los trabajadores de las instituciones saben dónde quedan estas puertas ni quienes están detrás de ellas.
Víctor Armando Peña
Médico habitante de Nueva Esparta
victorapp.ve@gmail.com
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