No tengo experiencia en otras ciudades del país, pero sí puedo hablar de Caracas. Acá, la mayoría de sus habitantes se moviliza en carro propio y, por ende, sabemos lo que eso significa en una ciudad donde la vialidad actual no está preparada para aceptar una cantidad de tránsito de tal envergadura.
Como consecuencia de ambos fenómenos, la población ha encontrado un transporte que le es menos oneroso no solo por lo económico, sino también en tiempo: las motocicletas.
Las hay de diferentes marcas y cilindradas. Y también hay diferentes clases de motoristas; por lo tanto, diferentes actitudes y educación vial. En casi todos los puntos importantes por donde pasan más personas, existe hoy en día un punto de mototaxistas, que con su chaleco fosforescente y cascos ofrecen un servicio de traslado rápido por la capital.
Sin embargo, y tristemente, no todos estos señores que han hecho de ello su trabajo poseen calidad de servicio, sentido común y educación vial. Y lo que digo ahora no “le cae directamente a todos”, pero sí a la mayoría. Se trata de su conducta vial, que complica el tráfico y es proclive a causar accidentes a terceros como a los peatones.
Estos circulan y estacionan sobre aceras y no les importa nada a quién se llevan por delante, les quitan el derecho de paso a los peatones, no respetan los semáforos, se cuelan por cualquier resquicio sin tener espacio para ello, aunque dañen otros vehículos (a mi carro le llevaron el espejo retrovisor derecho y no se detuvo); no respetan el rayado, circulan con escape libre y ruidoso, sobre todo en horas nocturnas.
Los particulares llevan a veces a toda la familia, se ven menores de edad y hasta niños de pecho. Cuando hay una “tranca vial” en autopistas y avenidas, aparecen “bandas motorizadas” y asaltan a los conductores. Si Ud. roza su moto, de inmediato los demás motoristas lo cercan intimidándolo para cobrarle cualquier rasguño.
No hay autoridad que les “pare el trote”. Si por casualidad hay un policía, GNB o fiscal que los ve en sus desafueros, se “hacen los locos”, pareciera que les “tienen miedo”.
Edilia C. de Borges
Montañista
edilia.cdeborges@gmail.com
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