En Venezuela desde hace ya varios años se ha puesto en práctica la venta de artículos del hogar o alimentos en las farmacias, que deben prestar un servicio social a los pacientes o personas enfermas.
Hace días me tocó vivir la tormentosa experiencia de asistir al Hospital Clínico Universitario de Caracas, por el área de emergencia. Llegué a las 8 am y fui atendido casi a las 12 m. Esperé con un intenso dolor.
Al llegar a emergencia, me atendieron de pie. Luego de manifestar los síntomas, me dijeron que eso correspondía a otra unidad. Al dirigirme al lugar, no había ningún médico, solo una secretaria que, como dijo ella, no podía hacer nada, por lo que me asignó una cita para el siguiente día.
Aún con el dolor, regresé a la emergencia y manifesté lo que ocurrió. La doctora de turno, nuevamente sin examinarme, me recetó tres medicamentos y consulta terminada. Después de tres horas de espera, nunca fui atendido.
El tormento no terminó allí, pues el verdadero viacrucis comenzó al tratar de encontrar las tres medicinas. Comencé por Los Símbolos, parroquia San Pedro, ya que el médico me aconsejó que en ese lugar los podía encontrar. “No hay”, fue la respuesta.
De allí a Capitolio, agotado; en La Hoyada, se terminó; en Candelaria, la gente se llevó lo que había; en Altagracia y La Pastora, todo resultó infructuoso.
Ante eso, reflexioné sobre lo injusto del servicio que ahora prestan en hospitales y farmacias.
En los hospitales no se preocupan por sanar al paciente, ya que es la tercera vez que asisto a una consulta y el médico -sin revisión- solo entrega un récipe para ir a una farmacia; ¿nunca hay nada en el hospital?, ¿ni un analgésico?
En las farmacias, una persona enferma o con el nombre bien establecido de “paciente”, por la paciencia de esperar tanto, tiene que hacer colas con personas que compran galletas, bronceador, pan o refresco, por mencionar algunos de los artículos que venden.
Considero que la Defensoría del Pueblo debe pronunciarse respecto a esa situación, que va en detrimento de la salud, y restringir la adquisición de medicinas sin récipe y establecer prioridades para los que dispongan de ella, además de separar las ventas de esos artículos e investigar esa práctica comercial de los médicos de siempre enviar a comprar medicinas sin diagnosticar al paciente. Que todo ello sea en beneficio de un derecho constitucional y derecho humano universal como es el acceso a la salud.
Stevenson Pedroza
Hab. de la parroquia Altagracia (DC)
Planificador
stevepedroza7@gmail.com
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