Los altos costos de los
libros y el bajo presupuesto que se les asignan a las bibliotecas promueven que
el negocio de las fotocopias siga creciendo y se mantenga en el tiempo, pues
para muchos estudiantes es difícil comprar algunos textos sugeridos por los
docentes y, en dado caso, las bibliotecas
no cuentan con suficientes ejemplares para su consulta. El tema del copyright
o derecho de autor está evidenciado en la Constitución y fue
publicado en la Gaceta Oficial N° 4.638, el 1° octubre de
1993. Art. 1. “Las disposiciones de esta Ley protegen los derechos de los
autores sobre las obras del ingenio de carácter creador, ya sea de índole literaria,
científica o artística, cuales quiera sea su género, forma de expresión, mérito
o destino”. Cabe destacar que es una ordenanza inexorable. Hacer una fotocopia
de un libro o una parte del mismo puede ser legal o no, pero nuestra realidad
es que en las universidades siempre ha existido el centro de fotocopiado. La
fotocopia es un acto de reproducción que vemos en todas partes y de forma
masiva, y me pregunto: ¿en qué instante nos hemos detenido a solicitar la
autorización del autor de un libro para ser fotocopiado? ¿O acaso las
bibliotecas universitarias dentro de sus instalaciones permiten el fotocopiado como
ingreso propio? ¿Será que las bibliotecas universitarias les harán un aporte de
las ganancias percibidas al autor de la obra? ¿Quiénes son los beneficiados: el
autor, las editoriales, los estudiantes o los académicos? Considero que debe
promulgarse el libre acceso de todas las obras realizadas o financiadas por el
Estado (públicas, autónomas y privadas). Promulgar la digitalización de todas
las obras universitarias con fines de preservación y libre acceso para los
estudiantes, académicos y usuarios en general.
Proponer que los profesores escriban si su tiempo laboral es pagado por la
universidad, preparen compendios, actualicen los planes de cursos, promuevan la
publicación de sus trabajos o materiales instruccionales en texto completo para
que los estudiantes puedan acceder a ellos. Por lo tanto, la solución es socializar
el intercambio de ideas, permitir el derecho a estudiar y por el derecho a la
cultura en un sistema tan rígido que las bibliotecas subsisten por su
adaptación al medio ambiente.
Fernando
Salas
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