Todos soñamos con el día cuando no haya prisa para llegar... llegar al trabajo, evitar el tráfico, entregar el trabajo de la universidad o el informe mensual en el plazo previsto, pagar las deudas que nos presionan.
Todo se hace con prisa y este acelerar de la vida, donde el tiempo corre delante de nosotros sin que nunca lo alcancemos, no nos permite sonreírles a otros porque tenemos... prisa.
Pero el tiempo es la vida y solo tenemos una, vivirla entre seres humanos, serios y con prisa es una triste vida.
Todas las mujeres conocemos por experiencia personal el poder de una sonrisa: la hija le sonríe al padre para pedirle permiso; la esposa al marido para sugerir una iniciativa diferente; la joven para disculparse por su impuntualidad; la anciana para ocultar su dolor.
Una sonrisa femenina a tiempo evita el desahogo del malhumorado compañero y la posible discusión, otras veces desestresa las reuniones del trabajo y hasta puede transformar un enojo en carcajada.
La sonrisa de una mujer conquista personas, serena niños, da seguridad al anciano, motiva al marido indeciso.
Para que la mujer sonría, tiene que aprender a vivir despacio sin dejarse atropellar por el torbellino de las circunstancias; necesita tiempo para estar atenta a los otros, a los suyos. Cuando los vea, descubrirá sus necesidades y si las descubre se entregará a remediarlos, la mujer es madre siempre entonces sonreirá, pero lo hará desde adentro y su sonrisa tendrá luz.
Geraldin Centeno Gutiérrez
Analista de televisión
Habitante de la carretera Petare-Guarenas
Geraldin-morena24@hotmail.com
lunes, 3 de junio de 2013
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