El 12 de octubre se conmemora el Día de la Resistencia Indígena. Habrá discursos, proclamas, condecoraciones, golpes de pecho, bailes; en fin, un jolgorio gubernamental con el objetivo de hacerle ver al país y al mundo que en Venezuela los indígenas son respetados y valorados como ciudadanos.
No dejan de tener razón quienes protagonizan los mencionados actos, puesto que, en el papel, desde la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, nuestros indígenas son reconocidos como ciudadanos con derechos (título III, capítulo VIII) y hasta un ministerio crearon para formular políticas de Estado a favor de las poblaciones originarias.
Al llamarlos indígenas estamos reconociendo que son los habitantes originarios de este país, pero al observar algunas realidades que se vienen presentando desde hace algún tiempo en ciudades y pueblos de Venezuela, podríamos pensar que, de indígenas, estos hermanos han pasado a ser indigentes. Los vemos en calles, avenidas, plazas, debajo de puentes, entre otros lugares, ejerciendo la mendicidad, llevando en sus brazos niños desnutridos, exhibiendo el embarazo precoz, descalzos, hambrientos, expuestos al sol, la lluvia y a otros efectos ambientales y sociales.
Por otra parte, llama la atención el hecho de que en algunas ocasiones se desaparecen y luego vuelven a aparecer. Eso me hace sospechar que hay personas u organizaciones que se están dedicando a agravarlos y quién sabe a qué otras derivaciones perversas.
Una muestra de lo que aquí afirmo fue la que recogí en Barquisimeto (al lado del Cementerio
Municipal) y Valencia (en el Big Low Center). En ambas ciudades parece que no hay ninguna autoridad que cumpla la Constitución. ¿Y qué dice el Ministerio para los Pueblos Indígenas? Seguro les extenderá una invitación a esos venezolanos originarios para los actos conmemorativos de la resistencia indígena. Digo, porque a la vista está que sí resisten: la indolencia, la negligencia, la falta de humanidad y, sobre todo, la falta de ética en el ejercicio de cargos públicos. Deben respetarse sus derechos.
Yoelina Mendoza
yoelinamendoza@hotmail.com
jueves, 9 de octubre de 2014
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