La cuenca del río Caroní es
uno de los sitios donde más llueve en el mundo. El promedio de lluvia es de
2.900 mm, con zonas en donde llega a 6.000 mm anuales, es decir, más de siete
veces lo que llueve en promedio en la ciudad de Caracas. Eso significa que el
rendimiento de agua de la cuenca es de una magnitud excepcional, por lo que el
caudal promedio del río Caroní es muy superior al de ríos famosos en el mundo
como el Nilo, el Danubio o el Columbia, en cuyos cauces se han construido
también grandes presas.
Además, son nueve millones de
hectáreas, donde mucho más de la mitad son bosques vírgenes, garantes de que el
agua llegue al río sin quedarse en el camino.
Más que al Niño, un visitante
malcriado que nos fastidia y luego se va, a la cuenca es a la que hay que
cuidar. Aquí no hay Niño que valga si le damos un tratamiento de niña mimada a
la cuenca del río Caroní, nunca bien atendida, a pesar de que sabemos lo que
hay que hacer. Es con los indios que hay que contar, pero la minería y el
turismo los están desplazando.
Hay que crear planes de
ordenamiento, reglamentos de uso y vigilancia sistemática pues allí hay
actividades degradantes del ambiente, como la minería del oro y de diamantes,
que tumban árboles y contaminan y sedimentan los afluentes.
La actividad minera y los
incendios de vegetación, muchos provocados por conuqueros para abrir caminos o
aumentar sus espacios, son los que han ocasionado el mayor impacto ambiental,
localizados en la reserva forestal La Paragua, la zona protectora sur del
estado Bolívar y en el parque nacional Canaima, donde está el 60% de los
pemones, no incorporados al cuidado de la cuenca.
Convirtamos a los pemones en
un gran ejército de guardianes y defensores de la cuenca del río Caroní. El
territorio es extenso y de difícil acceso, lo que dificulta su vigilancia y el
control total del área.
Con entrenamiento, logística
y apoyo militar, estos venezolanos, habitantes, amantes y grandes conocedores
de la zona, ejercerán una definitiva labor para garantizar el ciclo hidrológico
en la cuenca y toda el agua que necesitemos.
José Durabio Moros
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