En estos días, cuando la
letanía de quejas está presente dondequiera que vayas es casi una obligación
encontrar vías para no caer en la atmósfera de negatividad que nos envuelve.
¿Cómo hacerlo? Sin darme cuenta, encontré una forma de no dejarme atrapar por
esa nube gris que nubla la existencia de quienes vivimos en esta tierra de
gracia, lo cual no quiere decir que me haya convertido en comeflor.
El cómo sustraerme de la
angustia galopante surgió mientras me dirigía hacia Chacaíto en un transporte
público que ese día, ¡gracias a Dios!, no llevaba el equipo de sonido
encendido.
El silencio me obligó a
buscar una actividad para distraerme, ese pensamiento me condujo a darme cuenta
de mi respiración y de la sensación de plenitud que se siente al inhalar y
exhalar. Respirando profundamente, me recosté del espaldar y sentí los músculos
de mi espalda y glúteos acomodarse al asiento, puse mis zapatos sobre el piso
de la camioneta y sentí la tierra vibrando a través de ellos.
Luego, miré por la ventana y
observé los árboles, sus hojas y sus flores. Alcé la vista y vi el cielo
despejado. Sentí el sol, la brisa. Observé a los pasajeros. Le sonreí a la
persona que iba a mi lado. En fin, una vivencia que me situó en un presente que
pocas veces evidenciamos debido a que nos distraemos con la cotidianidad, la
rutina del mundo y los avatares que nos hacen olvidar de nuestro centro.
A partir de esa vivencia,
trato en la medida de mis posibilidades de vivir aquí y ahora. Si camino, trato
de enderezarme y sentir mis pisadas; al comer, disfruto la comida, saboreo los
bocados; al cocinar, toco los alimentos, percibo su textura, su olor; cuando me
baño, me entrego al placer de sentir el agua correr por mi cuerpo; cuando hablo
con alguien, lo escucho: si leo, imagino y vivo la aventura que narra el
escritor; si voy a una reunión con los vecinos, estoy atenta a los problemas y
me comprometo con las iniciativas más justas.
Todas esas pequeñas
experiencias me sirven para sentirme mucho mejor en mi cotidianidad. Aclaro,
lejos de obviar la situación que vivimos, pero esta forma de proceder me sirve
para conectarme con el mundo y con quienes me rodean desde otro sentir muy distinto;
por cierto, al percibido cuando nos enganchamos y hacemos eco de conversaciones
y quejas que nada aportan y mucho menos contribuyen con tu bienestar y el
bienestar del país.
Nely Gómez S.
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