martes, 20 de diciembre de 2016

Luchar por un mejor servicio al cliente

En días recientes tuve algunos inconvenientes con mi acceso a la banca on line; el problema se agudizó cuando una mañana requería con urgencia realizar una transacción electrónica y mi cuenta fue bloqueada “por razones de seguridad”. Como era de suponer, decidí comunicarme con la institución financiera por teléfono, donde pese a la buena atención del operador y su disposición a resolver mi dilema, el requerimiento no fue solucionado, pues tenía que dirigirme a una sucursal bancaria para actualizar datos.

Entre la urgencia de utilizar la banca electrónica y mis ocupaciones cotidianas, no me quedó otra opción que ir al banco, donde el vigilante me informó que no contaban con línea debido a que se cayó el sistema desde la primera hora en todo el país; eso explica la tardanza de la operadora en asignar a un ejecutivo de atención y la lentitud de la página al ingresar al portal web.

A fin de cuentas, en la agencia tampoco fue resuelta mi problemática y tuve que esperar dos días para que fuese solucionada. Una vez solventado este inconveniente quise reflexionar sobre el tema, y encontré que la clave para tener un país eficiente y productivo consiste en la buena atención y la capacidad que tiene cada uno de los funcionarios públicos en resolver los problemas del ciudadano, usuario, cliente o beneficiario de un producto o servicio.

Es deber de los funcionarios públicos de los entes gubernamentales o de índole privada garantizar la buena atención a todo el público y, de este último, velar por el cumplimiento de las normas y respetar a todos aquellos quienes deben su trabajo al trato colectivo. Hacer país es un trabajo reciproco, en conjunto, entre todos.

Si quieres una mejor Venezuela, lucha por un mejor servicio al cliente y vuelve tu ciudadanía un ejercicio cotidiano.





César Alberto Alarcón
Estudiante de Comunicación Social




miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿Qué hacemos con el perro?


Ya se suman a esta interrogante innumerables quejas, peticiones, molestias y hasta súplicas con relación a la presencia y permanencia de perros en las estaciones, andenes, pasillos, escaleras y hasta vagones de los trenes del sistema Metro de Caracas.

En lo personal, he abordado a funcionarios del Metro en servicio y todos dan la misma respuesta: que no tienen personal para eso, que eso no es su competencia, que lo tienen en reporte. Y me pregunto: ¿qué hacemos con el perro?

Ya sabemos que un perro mantuvo en vilo por un mes a todo el personal del Metro, a ONG protectoras y hasta a los Bomberos de Caracas al ingresar a los túneles y no poder rescatarlo. Ya sabemos que muchos de esos perros sufren heridas y hasta mueren en las escaleras mecánicas y los túneles; ya sabemos que los perros desmeritan la imagen y ensucian los espacios del Metro de Caracas, pero muchos otros logran establecerse y hacer vida en algunas estaciones.

No quiero hacerlos ver como un problema grave (porque seguro los exterminan); veámoslos entonces como una muestra de nuestras incapacidades como legisladores, como institución y como ciudadanía para lograr alguna solución favorable para los animales y, por ende, a las instituciones y a la ciudadanía.

Las ONG y particulares protectores no se dan abasto con la manutención de los perros que tienen en sus refugios y tanto las autoridades como misiones, al parecer, tienen los mismos problemas.

Hay un asunto de fondo que debe ser muy complejo y que nos impide legislar de manera efectiva el asunto de la protección animal en Venezuela. En lo particular,
lo denomino desidia, pero desidia generalizada y potencializada. Quizá en nuestro país tenemos mayores problemas o de mayor importancia que crear y aplicar una legislación de protección animal justa (para el animal), pero vuelvo y repito: ¿qué hacemos con el perro? 

NATHAN RAMÍREZ
nathan1969@gmail.com

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Una nueva Venezuela.


Es muy notable el avance en el destrabe vial que experimentó nuestra actual ciudad capital con la implementación de las 17 soluciones correspondientes al Plan Movilidad iniciado en 2013, un proyecto completado fielmente, tal como estaba planificado.

Hoy en día, su superpoblación ha castigado severamente esas bondades, oasis de aquellos tiempos. El afán de vivir en Caracas desde el boom petrolero a esta parte ha sido tal que ha ocasionado que 80% de su extensión sean zonas no planificadas. Tanto es así que muy recientemente el barrio José Félix Ribas, hecho por la gente misma, ha pasado a ser la urbe espontánea más extensa del mundo.

Esta característica, lejos de ser motivo de orgullo, nos dice del grado de sobresaturación poblacional descontrolada que tiene la ciudad, diseminada en estos sectores donde, por supuesto, imperan la improvisación, el desorden, la insalubridad y el feo paisaje, la mejor explicación al azote de la delincuencia.

Pero, por otro lado, Venezuela hoy por hoy se ha convertido en un país único en cuanto a sus reservas naturales recién evaluadas. Solamente saber que somos el segundo país del mundo en reservas de agua potable lo hace un paraíso para la humanidad del futuro.

Hay que ser coherentes con esta realidad y orientar al venezolano hacia el poblamiento de esta región, creando condiciones de orden urbano.

Es inconcebible hoy en día el abandono poblacional que experimentan el estado Bolívar y el estado Amazonas, cuyas áreas abarcan casi la mitad de la extensión del territorio nacional y, sin embargo, allí solo vive 5% de nuestra población.

Impulsar el ferrocarril Tinaco- Anaco y el tercer puente sobre el río Orinoco forman parte de esta necesidad nacional. “Yo estoy seguro de que mucha gente joven, profesionales o estudiantes, que hoy están en las universidades, estarán muy motivados a fundar allí en la Faja del Orinoco una Venezuela
nueva que está naciendo”, dijo el presidente Hugo Chávez en el año 2011.

El mejor aporte que podemos hacer a esta idea universal de humanismo y desarrollo para el país es impulsar condiciones para acelerar la infraestructura ya iniciada y crear una nueva capital para la nueva Venezuela que está naciendo.

JOSÉ DURABIO MOROS
josedurabio@gmail.com