jueves, 31 de mayo de 2012

Sembrar la tolerancia


Podría decirse en términos generales que la tolerancia consiste en no oponerse a algo, teniendo el poder o la capacidad para hacerlo.
El propósito de la tolerancia es permitir la coexistencia pacífica de las personas. Es importante, por lo tanto, para ejercer la tolerancia, reconocer la individualidad y la diversidad, lo cual permite eliminar las máscaras que crean los desacuerdos.
La familia es la primera escuela donde se aprende a ser tolerante, luego le corresponde a la educación formal afianzarla. Ella es una fortaleza interna que les permite a las personas afrontar dificultades y disipar malentendidos, ya que la tolerancia cultiva la habilidad de calmar los sentimientos fuertes y encendidos de las personas.
La tolerancia es un valor que debe ir unido al respeto. En ciertos niveles para todos, y para unos más que para otros, la tolerancia se convierte en el poder indispensable para sobrellevar las situaciones.
La tolerancia ofrece la oportunidad de descubrir y eliminar estereotipos y estigmas asociados con personas a quienes se las ve diferentes debido a su nacionalidad, a su religión, orientación política o a su patrimonio sociocultural.
La tolerancia desarrolla la habilidad de adaptarse a los problemas de la vida diaria. Tolerar los inconvenientes de la vida es liberarse de ellos, ser liviano, hacer livianos a los demás, y avanzar hacia adelante.
Cuando transitamos por el centro de Caracas se transforma, inevitablemente, en un escenario idóneo para que practiquemos lo mejor de nuestra tolerancia ante la anarquía que genera el estacionamiento abusivo de vehículos oficiales en las aceras aledañas a las instituciones y organismos oficiales, las cuales deberían ser ejemplo del respeto a las leyes y normas.
El compromiso con la sociedad, la familia y el país es inaplazable. Aportemos nuestra cuota de corresponsabilidad, sólo el conocimiento y la formación nos suministrará esa cultura tan necesaria.
Revisemos la historia y escribiremos el futuro que nos corresponde.
¡Las montañas se transforman en montones de arena y estos en semillas de mostaza!
Antonio Vallée
antoniovallee@live.com

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