El Metro de Caracas es un martirio para las personas, es un mal necesario para el caraqueño que no tiene carro y no quiere ser víctima del tráfico. Retrasos, empujones, insultos, inseguridad, malos olores, patadas y golpes ocurren cada día.
Encontrar soluciones a los problemas del Metro no es fácil, sobre todo porque no todas las fallas son culpa del sistema, también los usuarios son protagonistas y propagadores del caos. Aunque algunos no lo reconozcan, la culpa es compartida.
La desvinculación que existe entre el Metro y el usuario es enorme. No hay retroalimentación entre ellos. Hay una cuenta en Twitter y un buzón de sugerencias, pero ¿dónde está la publicidad para promocionar esos canales? ¿Qué pasa con los que no poseen cuenta en Twitter? ¿Se han realizado concursos o convocatorias para que las personas planteen alternativas para mejorar el sistema?
Los trenes nuevos no son la mejor solución. Son incómodos, frenan bruscamente, los agarraderos no son fijos, todas las personas quieren estar en el medio y -quizás porque son nuevos- tienen un olor desagradable. Si se arreglaran los aires, colocaran más agarraderas, se retiraran algunos asientos y se instalaran cámaras de seguridad en los vagones tradicionales sería más cómodo viajar.
La atención debería extenderse, por lo menos, media hora antes del actual horario de inicio y cierre, sobre todo en épocas especiales, como diciembre. Caracas es una ciudad insegura, pero hay personas esperando desde antes de la 5:30 pm a que el Metro abra sus puertas.
Los trabajadores deben hacer cumplir las normas. Los usuarios las desobedecen e irrespetan: bolsos grandes, carretillas y sillas en las instalaciones, personas que comen allí, trabajadores informales alrededor de las estaciones, mal uso de las escaleras mecánicas, niños que rayan los vagones, etc. Deberían ser sancionados quienes incumplan las normas.
Se debe educar a los usuarios con anuncios creativos en televisión, prensa, redes sociales e Internet. No basta con los carteles pegados en los vagones. La sociedad necesita más mujeres embarazadas sentadas que hombres. Más allá de la sobrepoblación, aún se pueden mejorar las condiciones del subterráneo: minimizar las fallas técnicas, mejorar el mantenimiento, construir nuevas líneas y que empleados y usuarios trabajen unidos.
Greisy Torrealba
Estudiante de la USM
Habitante de El Valle
greisy57@gmail.com
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