El día del árbol

Por muchos años, el 29 de mayo fue definido como Día del Árbol por la declaratoria del Araguaney como árbol nacional esa fecha. Sin embargo, a partir del 19 de mayo de 1951, por resolución del Ministerio de Educación, hoy día Ministerio del Poder Popular para la Educación, el Día del Árbol se celebra el último domingo de mayo.
El aporte de los árboles para nosotros y la naturaleza entera son vitales. Porque no solo la vida les debe mucho, sino también el agua, los lagos, el mar, los montes, la tierra y la atmósfera. Son tan importantes, y sin embargo son sinónimos de humildad, constancia, entrega y fidelidad.
Se yerguen majestuosamente hacia el azul y airoso cielo, como columnas que sostienen el techo con sus capiteles y, a la vez, son dóciles frente a la indiferencia del hombre. Nos dan todo sin pedir nada a cambio; nos dan alimentos, frutas, madera, sombra, fotosíntesis, y nosotros seguimos indiferentes.
Nos dan alegría, belleza, testimonio, y parece no interesarnos.
A través de su altiva presencia nos testimonian la otra presencia entre nosotros de aquél que lo hizo todo de la nada, y seguimos permaneciendo indiferentes.
Son testigos de nuestra historia, y nosotros preferimos ignorarlos. ¡Qué fidelidad la nuestra! Además, nos empeñamos en destruir aquello que nos ayuda a construir. Destruimos aquello que nos permite
vivir. Les quitamos la vida a los que nos dan vida.
Ellos no pretenden incolumidad absoluta. ¡No! Ellos saben que los necesitamos para hacer muebles, utensilios, papel y otras tantas cosas. Saben que con frecuencia deben cedernos su espacio vital. Y no
se quejan por ello; más aún, se alegran por sernos tan útiles.
Ellos se quejan por nuestra destrucción incontrolada, ávida y egoísta. Se quejan por nuestra inconsciencia, por nuestra irresponsabilidad y por nuestra falta de sensibilidad y carencia solidaria. Y se quejan, sobre todo, por nuestra irracionalidad racional. Y sin embargo, ellos están ahí. Dispuestos a darlo todo y en ser útiles a pesar de todo.
EDILIA DE BORGES
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