Venezuela, tierra acogedora de mil nacionalidades que llegaron en tiempos de postguerra e hicieron de esta nación pese a la diversidad de caracteres, razas y costumbres su segunda patria.
La tolerancia y el respeto formaban parte de la idiosincrasia de los venezolanos de esos tiempos. La familia, la escuela, y los amigos, eran los pilares de la sociedad y donde se inculcaban el inicio de nuestros derechos y donde iniciaba el de los demás.
El respeto -eje principal de las relaciones sociales y familiares- se reflejaba en cualquier ámbito, por ejemplo era un sacrilegio de cualquier niño, niña y joven inmiscuirse en las conversaciones de los adultos, una mirada, una sonrisa incomoda era señal de que no eras bien recibido en aquella tertulia social.
Esa forma de respeto fue inculcada de generación en generación, arraigada en la mente y corazón de la familia venezolana, así se garantizaba una armoniosa convivencia personal y social donde los espacios de los individuos no eran trastocados, gracias a una comunicación abierta y sincera partiendo de la tolerancia y el respeto.
Saber respetar las decisiones y opiniones de los demás pese a no estar de acuerdo fue importante para el nacimiento de la sociedad venezolana; la tolerancia jugó un papel importante en este desarrollo.
Vale recalcar, que ser tolerante no implica conformismo, ni censura, sino una espera suave y respetuosa con la finalidad de que todas las discrepancias puedan coexistir.
Muchos años atrás, por ningún motivo se le daba cabida a la crítica destructiva, burla, actitudes prepotentes o juicios ofensivos hacia otra persona, era pues la tolerancia una de nuestras grandes virtudes ciudadanas. La convivencia se llevaba de manera pacífica, en medio de las diferencias.
El respeto y la tolerancia son la base esencial para una convivencia sana y pacífica entre los miembros de toda sociedad.
Es primordial en cualquier relación humana el respeto y la tolerancia hacía los derechos de nuestros semejantes; sin embargo, en la actualidad parece que se extraviaron en el universo -perderlos quizás fue lo más fácil-, encontrarlos es una tarea titánica en la que cada uno de nosotros debemos aportar un grano de arena y así llegar a ser una montaña inquebrantable para las futuras generaciones.
Ángel Pulido Colmenares
pulido.angel@hotmail.com
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