miércoles, 22 de febrero de 2012

Como vaya viniendo vamos viendo

En Venezuela hay varios problemas sociales que no han podido ser resueltos, o en tal caso llevados a su mínima expresión. Uno de ellos es el desempleo, que a pesar de que en el pasado y en fechas recientes se han implementados medidas coyunturales para darle solución, el mismo persiste y cada día se acentúa más.
¿Hasta cuándo el país que ocupa el segundo lugar en América Latina en número de estudiantes universitarios va a tener tantos obreros, técnicos especializados y profesionales universitarios graduados desempleados? No se entiende el porqué, si nuestro talento humano está bien preparado, no se le brinda la oportunidad dentro de la Administración Pública o el sector privado para que éstos le devuelvan al país todo lo que aprendieron durante su proceso formativo en el sistema educativo nacional.
Es sumamente frustrante que existiendo el capital humano preparado y dispuesto a trabajar para contribuir con el desarrollo socioeconómico del país, las oficinas de recursos humanos tanto del sector público como del privado sólo contratan a personas incompetentes e inexpertas que como aval curricular sólo ostentan que son amigos del jefe de personal o son de un partido político equis.
Un país no se construye ni mucho menos alcanza la senda del crecimiento y el desarrollo de esa manera. Las naciones que hoy ocupan un sitial preponderante en el contexto internacional son aquellas que han sabido escoger el mejor recurso humano disponible para que gerencie de manera efectiva e inteligente el presupuesto del país.
Es por ello que Venezuela no puede seguir teniendo como premisa de política pública la improvisación. Improvisar no es malo, no; de hecho, en ocasiones echar mano de ella nos ayuda a salir de situaciones inesperadas que no podemos prever. Tal vez sirva para casos puntuales, pero cuando se trata de administrar un país o de seleccionar un personal para que labore dentro de una empresa estatal o privada, la improvisación es un obstáculo que en vez de generar desarrollo y crecimiento trae lo contrario: desorden y un burocratismo pesado que paraliza y entorpece la gestión pública y privada.
Ya es hora, pues, que el Estado, en unión con el sector privado del país, se reúna, converse y llegue a un consenso que permita que la tasa de desempleo, que en la actualidad es preocupante, baje. Nuestro talento se está yendo a otras latitudes porque aquí son menospreciados y condenados a sobrevivir como buhoneros en las principales avenidas y calles de las ciudades del país. ¡Hay que incluir más en nuestro léxico cotidiano la palabra planificar y dejar de lado la improvisadera! No hay que olvidar que lo tenemos todo para ser una Venezuela grande.

Miriam Cuevas
Internacionalista /Habitante de La Pastora
mairimc27@yahoo.com

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