jueves, 23 de febrero de 2012

Y ahora, ¿cómo paso?


La pérdida de valores, la falta de respeto hacia la propiedad privada están marcadas en estos tiempos.
No queremos criticar que los propietarios de espacios, viviendas, enseres, etc, hagan hasta lo imposible por preservar su propiedad, pero es bueno observarlo con mucho detenimiento.
El caso que voy a relatar a continuación es sólo uno de los tantos que vemos a diario y que de tanto verlos ya no nos asombran y por ello el tema de la individualidad y el respeto que nos debemos todos son cuestiones de interés.
Este es el caso del propietario de un puesto de estacionamiento que se cansó de pedir de buenas maneras que no le ocuparan su espacio, ya que la mayoría de las veces lo encontraba ocupado, solicitó la colaboración de los vigilantes, quienes en varias oportunidades colocaron calcomanías de "infractor", pero siguieron haciendo caso omiso y lo que decía la gente era que "mi puesto está muy lejos de la entrada a la torre" o "yo me estaciono donde me dé la gana".
El propietario del puesto de estacionamiento decidió colocar, un buen día, un aparato, un hierro, que impidió el uso de su puesto sin estar autorizado, pero siempre hay un pero, ahora los vecinos que llegan con sus compras del mercado o las mudanzas que entran o salen del edificio se estacionan en el medio de la vía, en el peor de los casos la gente carga sus paquetes cual pulpos hasta llegar a la reja del edificio. Y la pregunta de las 64 mil lochas es: ¿Quién es más culpable de esta incomodidad, el propietario del puesto o el abusador?
Hagamos lo que reza el dicho: "No hagas a otro lo que no te gustaría que te hagan" Si respetamos a los demás, seguro que también nos respetarán.

Ignaria Irina Arraiz León
Comerciante
Habitante de El Hatillo
polarico2011@gmail.com

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