Cuida el ambiente

         Desierto y tierra que se levanta en polvo es lo que va quedando a la Guayana venezolana, pero no se queda allí. También a otras zonas del país les ha llegado la destrucción de la cuenca de sus ríos por la minería incontrolada y el uso frecuente del mineral mercurio, me refiero a la zona del río Caura. Los habitantes de ese lugar, indígenas en su mayoría que siempre han vivido allí, ven con horror y desesperación como sus hijos nacen deformes, y ello se debe al mineral nombrado, pues suena hermoso y uno piensa en galaxias, pero no, es mortal, es el causante de los males. El hombre, quizás ignorante minero, que explota el terreno para obtener oro lo hace agregando el mineral en los terrenos donde excava, cerca de las cabeceras de los ríos y el agua así envenenada también se vuelve mortal. Los peces absorben nutrientes naturales que consumen, y que ya vienen con un valor agregado.
        El indio siembra pocas verduras y también riega sus precarias siembras con estas mismas aguas, su dieta es primordialmente piscícola y lo hacen en el río Caura y sus afluentes de la zona donde viven, ya contaminados por los mineros en sus cabeceras, el agua lleva la muerte consigo. No solo el feto que lleva la madre en el vientre, es ella, sus otros hijos, su marido. Se contagian los otros niños que juegan y beben el agua del río. Los adultos ven mermadas sus fuerzas, ya no tienen ánimo para cazar con bríos, permanecen en los chinchorros mucho tiempo hasta que deben buscar atención médica, no sabe que sus genes están contaminados para las nuevas generaciones. Ahora en el Chabono solo queda desolación, tristeza. ¿Qué destino amenaza a las generaciones indígenas futuras, que como el Caura y en la Gran Sabana, llevan consigo la muerte amenazándolos? ¿Dónde están ahora sus antepasados fuertes, vigorosos, trabajadores pescadores que levantaban su rancho con ramas y árboles gruesos, grandes, protectores?

Edilia C. De Borges
Montañista
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