Se dice que necesitamos
una sociedad de productores, porque produciendo seremos lo que nunca hemos sido
y debemos ser. Pero hay productores que están viviendo un drama.
Las familias que
elaboran y venden comida viven un calvario con esta inflación y
desabastecimiento. Los que procesan alimentos y los convierten en tortas,
arepas rellenas, yogurt, helados, jugos, pastelitos y otros productos
terminados, están por desaparecer por falta de insumos o porque al conseguirlos
al costo de “bachaqueo” y en las cantidades que necesitan, toca incrementarel
precio de venta. Y, en consecuencia, la demanda baja.
Si bien las medidas que
ha tomado el Estado están orientadas a que cada familia reciba sus alimentos,
es hora de atender este tipo de emprendimientos, porque si estas familias no
venden sus
productos, ¿cómo
sustentan sus ingresos? Liderados en su ayoría
por mujeres, estas
empresas con creatividad inventan como sustituir una
materia prima por otra, pero hay cosas que no se pueden sustituir y entonces el
negocio se complica.
En 2014 se anunció la
creación del Pdval al mayor, iniciativa que buscaba proporcionar productos a
pequeños comercios alimenticios del país. Pero de esto nada más se ha hablado.
Tampoco se han creado
los enlaces con productores privados para que abastezcan a estos negocios. Sobre todo con los pequeños y medianos
emprendedores del campo y el mar, quienes, seguramente, también querrán ubicar sus cosechas y pescados en comercios
de este tipo.
La economía es un flujo
que debe drenar toda la sociedad, así como la sangre drena el
músculo, si no, viene la gangrena y muere el tejido por falta de riego.
Igual sucede con la economía.
PEDRO
SANDOVAL
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