jueves, 28 de enero de 2010

De Los Cortijos a San José

9:00 a.m. Arranca el autobús donde voy, rodeada de gente multicolor, veo una cola interminable de gente esperando el metrobus de los Cortijos, mientras obstaculizan el paso de los que vienen y van. Al son de una de esas salsas romanticonas comienzo a pasear por la ciudad, veo las artes vandálicas que pintan en la Plaza Miranda, la estatua del ilustre abandonada, el letrero anaranjado que hace el tráfico más lento, señalando las obras de metro, la guerra de dos mundos: la naturaleza vs la industria, pues en medio de las frondosas y altas palmeras del parque Miranda habitan unas grandes máquinas que amenazan en destruir el lugar.
9:45 a.m. Sigo en la vía, viendo las paredes sucias del mural de la Libertador, las casas muertas de los indigentes que en ellas viven y los barandales rotos de la Urdaneta.
10:00 a.m. Se detiene el autobús en el puente de las Fuerzas Armadas, me bajo y me libero de la música que me atormentaba, pero aún mi destino no se ha cumplido, como muchos otros, debo agarrar otra camionetica o caminar para poder llegar a mi casa y repetir la misma historia del nunca acabar, porque en mi caso el proyecto del bus caracas, supuestamente creado para aliviar las pesadillas de mis iguales, ha creado desde la esquina de San Ramón a San Luis una zona roja, zona de desastre, las calles aún siguen rotas por los trabajos, la lluvia de arena ciega a cualquiera, llegar de un extremo a otro puede tardar 30 minutos, cuando antes podías tomar un carro desde San Luis que te llevara a la Hoyada en 5 o 10 minutos. Por eso prefiero caminar ese trazo para sortear los 4 canales de vías que generó el bus caracas y la inconsciencia de los conductores, que para apurar el tráfico se meten por el canal del nuevo servicio de transporte. Definitivamente nuestra Caracas en bus, en metro o a pie siempre será así de congestionada.
Lisbeth Bejmert Mendoza
bejmertlis@hotmail.com

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