martes, 7 de junio de 2016

Hambre en los geriátricos


Hasta cuándo hambre en los geriátricos?
Con esta pregunta comienzo repitiéndosela al ciudadano presidente de la República, Nicolás Maduro; al señor presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup; al vicepresidente del Psuv, Diosdado
Cabello; y al secretario de la MUD, Jesús Torrealba.
Hace cinco años hice un artículo en este maravilloso diario, Últimas Noticias, titulado “Los viejos queremos arepa”. Yo parecía un visionario cuando en esa época se vendían seis kilos de harina precocida por persona y decía que reemplazar en la dieta de nosotros, los viejos, la arepa venezolana con la panqueca de origen estadounidense significaría hambre para nosotros.
La razón es que la panqueca solo es embarrada con mermelada y no es como nuestra querida, que lleva un relleno bien de queso o carne o pollo o chicharrón. Tanto la harina para la arepa como sus componentes están siendo entregados al pueblo solamente en las comunas mediante bolsas que incluyen varios productos regulados, y estas comunas no suministran bolsas de comida a los geriátricos ni privados ni financiados por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) o el Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass), y los Pdval no están recibiendo suministros por lo cual el hambre empieza a hacer estragos en nuestras casas de reposo.
Los extranjeros que nos visitan y los venezolanos que se marchan al exterior lo que más lo hace recordar a nuestra patria es el pan diario llamado arepa.
En mi vida nunca he oído decir a nadie “yo no como arepa” y tampoco he visto en este país ningún negocio de ventas de arepas o empanadas cerrado por falta de harina precocida o sus componentes; por supuesto, por componendas de los comerciantes nuestros.
Tampoco he visto a mis hijos ningún día en 27 años llevarme un kilo de harina o algo de componentes para que en mi triste asilo me den de comer una arepa algún día; y muy pocas veces a los familiares de mis hermanos que cumplen condena como yo en un geriátrico. Termino preguntándome: ¿será que los cuatro señores a quienes dirijo mi pregunta al comienzo no van a llegar a viejos o sus familiares no van a sufrir también estas penurias? 




Norman Rodríguez Martines

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