jueves, 11 de febrero de 2016

Humanizar Parque Central


Los edificios de oficinas de Parque Central, en Caracas, son los más altos de Venezuela, y la Torre Oeste lo fue de América Latina durante 25 años.Pero lo más relevante de ese complejo urbanístico es que es un inmenso desarrollo habitacional, comercial, cultural, recreacional y financiero, lo cual lo hace muy especial y relevante en nuestra región.

La concepción de la construcción de Parque Central no surge como consecuencia de algún indicativo contenido en algún plan rector para la ciudad de Caracas, sino de una idea que le presentó un relevante empresario de la construcción de la época al presidente Rafael Caldera, quien se entusiasmó rápidamente, entre otras cosas porque venía a ayudar a componer la oferta de viviendas para la clase media, una situación que era precaria para aquel momento.

La construcción terminó haciéndose en dos de las tres manzanas que estaban previstas, porque la manzana donde se encuentra la Galería de Arte Nacional también estaba en los planes para otra torre alta y otros edificios de viviendas. Con todo y eso, Parque Central terminó siendo un inmenso emporio de concreto armado totalmente fuera del contexto urbano de la zona y que ha requerido casi medio siglo para que el sistema vial de los alrededores se adapte a esa abrupta realidad.

Los habitantes y otros usuarios del magno complejo han sufrido los embates de la improvisada mole, entre ellos los aspectos insalubridad, inseguridad y desorden urbano.

Recientemente, Corpocapital tuvo la valentía de asumir su recomposición con el reto de elevarlo a la categoría de la que goza en América Latina como centro de actividades múltiples. A pesar de los graves defectos de dicho complejo en su concepción, podemos mencionar tres ideas universales que pensamos que ayudarán de manera importante a humanizar a Parque Central: eliminar el cruce de peatones por la Sur 21; crear vialidad y estacionamientos de servicio; y, por último, cerrar la circulación del público a partir de las 10 de la noche, como hacen inclusive complejos de mucho menos envergadura.

José Durabio Moros
josedurabio@gmail.com

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