martes, 17 de febrero de 2015

Recuerdos de carnaval

El Carnaval es una fiesta que disfrutamos de acuerdo con la edad; recuerdo que de niña mi mamá me disfrazó de Bailarina, Vaquera, Caperucita Roja, pero ya entre los 9 y 12 años los disfraces los inventaba yo según la ocasión.

Recuerdo que cerca de mi casa vivía una señora como de 80 años que usaba faldas largas y blusas almidonadas que guardaba en un baúl, y cuando se acercaba el Carnaval su bisnieta y yo le registrábamos el baúl y le sacábamos la ropa para disfrazarnos de viejitas. Nos llenábamos el cabello de talco para simular canas y nos compraban unos bastones de bambú que costaban Bs 0,50 de los viejos y con esos disfraces nos llevaban al bulevar de Sabana Grande, a partir de las 6 pm, para que lo recorriéramos y lanzáramos papelillos, serpentinas y caramelos.

Otro recuerdo de esas fechas es de un martes de Carnaval; estaba en casa de la vieja Carmen y su hermana Cecilia (una señora aparentemente muy seria y que no le gustaba el desorden) llenaba un filtro de agua (antes no se compraba agua en botellón) y yo estaba cerca de ella, sabía que con 3 ollas grandes se llenaba el filtro, pero como no tenía malicia no me imaginé que la cuarta olla iba a ser vertida sobre mi persona, eso inició una guerra de bombitas y tobos de agua entre los que allí estábamos hasta que uno de los más grandes sacó unos potes de acuarela y la vieja Carmen suspendió el juego de Carnaval y nos obligó a todos a limpiar la casa.

Otra vez, el Carnaval se convirtió en angustia; en esa época la Policía entraba a los barrios y se llevaba a quienes alteraban el orden público.

Hoy en día el Carnaval se ha convertido en un asunto comercial, ya que los padres tratan de complacer a los hijos comprando los disfraces de sus héroes favoritos a costos altísimos que para el uso que le van a dar no merece la pena, es solo cuestión de complacer a los niños.

Irina Arraiz

Comerciante

El Hatillo

polarico2011@gmail.com

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